Capitulo 17 -Pequeña Reprimenda-

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Por supuesto, todos se armaron con lo que tenían en cuanto Natsu y Wendy comentaron que habían escuchado algo del interior de la habitación de la rubia. Como si algo hubiese caído al suelo por movimientos torpes o Dios sabia qué. 

— Natsu, quédate quieto... -Advirtió Gray sujetando el brazo de su viejo compañero para que no se abalanzase contra la puerta.- Erza...

Y la pelirroja hizo lo propio. Ella fue la primera en acercarse a la puerta, no sin antes, claro está, invocar una de sus espadas. Bajo la atenta mirada de sus amigos, acercó lentamente la mano al manillar que ahora reflejaba su rostro totalmente en tensión. Solo pensaba en la gracia que le haría como abriese aquella puerta y se encontrase al mago oscuro de frente. Pero parece que tardó más de lo esperado, pues el tirador de la puerta empezó a ceder sin que ella lo tocase siquiera.

Jellal cogió postura y tiró un poco de Erza para que se alejase, Wendy rodeó sus puños de corrientes de aire, Gray y Juvia se armaron de igual manera con sus magias y Natsu... Natsu simplemente se quedó quieto, con la mirada en la madera que dividía aquel salón del dormitorio donde su compañera descansaba. Cuando la puerta se entre abrió, alguno incluso dobló un poco las rodillas esperando el impacto de un fuerte ataque en ellos. Menos mal que para sorpresa de todos, no fue Zeref quien se apoyó en el marco de la puerta sin apenas mantenerse en pie.

Erza, quien estaba más cerca de la rubia la cual se veía que a duras penas había conseguido levantarse de la cama, corrió hacía ella para poder sujetarla. Seguidos fueron los demás. Menos el ya no tan escandaloso mago de fuego, que la miraba como si estuviese presenciando un autentico milagro. No pasó desapercibido como su rostro se había relajado tanto que hasta una muy pequeña sonrisa había aflorado en este,  incluso sus ojos habían pasado a estar vidriosos. Cuando se dio cuenta de que Gray lo estaba mirando, se frotó la cara y con dos firmes pasos se acercó al grupo de magos.

— Luce...

— N-Ni Luce... Ni hostias... -La costosa respiración de la maga estelar le dificultaban el habla, pues una de dos, o echaba bronca o respiraba.- ¿A que v-viene... Tanto escándalo...? ¿No sabéis... Que l-la gente intenta descansar...?

Tras lo que habían oído de Wendy, de como Lucy tenía la magia sobre mínimos y que estaba destrozada, que probablemente no despertase pronto, o que directamente no sabía si despertaría, todos estaban asustados incluso de que la maga hubiese cogido y se hubiese levantado solo para esto, para echar la bronca por el escándalo que estaban montando. Aunque estaba claro que la que menos entendía la situación era la joven Dragon Slayer.

— Deberías volver a tumbarte, Lucy... -Recomendó Wendy. Había visto como las piernas de la mayor comenzaban a temblar y no quería más sustos.-

— ¿Y dejar... A-A ese burro suelto...? No... -Y dio un pasó hacia delante con la intención de acercarse a Natsu. Claro que sus piernas no aguantaron y tuvieron que volver a sujetarla.- U-Ugh... Como se te ocurra... I-Ir a por él solo... -Cuando sus piernas volvieron a estar rectas, dio otro paso más, y volvió a ocurrir exactamente lo mismo.- Yo no v-vuelvo... Al gremio...

Aunque amenazas como esa había recibido una decena por parte de la rubia, siempre se le removía algo por dentro. La idea de volver a ese lugar sin Lucy era una idea demasiado dura. Algo a lo que no se quería hacer a la idea. Y de eso la rubia estaba bien sabida.

— Sí, sí... Nada de aventuras sin ti... Está bien...

La rapidez con la que había sido convencido hizo que el orgullo de los presentes en aquella sala cayese al suelo, pues Erza estaba segura de que acabarían peleando para hacer que se quedase allí.

Cuando parecía que la Heartfilia ya podía mantenerse en pie, poco a poco la fueron soltando. Tarde se dieron cuenta de que había sido mala idea, pues si no fuese por la rapidez de Natsu esta se hubiese desplomado en el suelo totalmente inconsciente.

La cogió como si de una autentica princesa se tratase, e ignorando una vez más a todos los que estaban allí, entró de nuevo al dormitorio.

— Vamos a dormir, Lucy...

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