Capítulo 15

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Echó un vistazo por el enorme ventanal, no pudo divisar mucho, a lo lejos se erguían varias montañas, un río y el hermoso jardín con algunas rosas doradas.

—Originalmente nunca había usado la habitación —murmuró acercándose Adam—. La creé luego de llegar a la Tierra hace 70 años, y ha estado vacía desde entonces.

— ¿Y por qué la creaste?

—Me sentía como un humano —encogió sus hombros y fue a sentarse en el borde de la cama—. No había dormido en toda mi existencia, nunca descansé hasta entonces, aquí el tiempo pasa un poco diferente y para mí todavía mucho más.

—Suena abrumador y solitario estar aquí —él asintió—. Es bueno que Mors te haya escogido.

—Es un tonto agradable. Por otra parte, Orcus es más difícil de controlar sin embargo también simpatizo con ella.

Olympia asintió acercándose, tomó su mano y se recostaron juntos en la cama. Deleitada ahora con el verdadero color de sus ojos presintió que había una cosa más que no sabía.

— ¿Tienes una verdadera forma? —ante la reacción del hombre prosiguió—. Es decir, ¿eres así de guapo o en realidad eres una cabra de color rojo?

—No, la cabra no soy yo, pero me crecen unos cuernos muy bonitos cuando soy un demonio —ella rio—. Soy así, los Dioses somos muy guapos en verdad, lo juro.

Deseaba no tener que verlo nunca en su verdadera forma, aunque algo sobre ello le daba emoción, todo era nuevo y sobrenatural. No era precisamente lo que esperaba luego de divorciarse de Cameron.

—Hace unas horas tenía muchas dudas desde que llegué aquí, ahora sólo estoy... Tranquila.

— ¿Tranquila de que el hombre que te gusta es un ser muy poderoso y puede darte lo que deseas?

—Uy sí, esa es la parte que más me encanta —respondió maliciosa, se sentó a horcajadas sobre de él y comenzó a besar su cuello—. Sobre todo, el detalle en que me puede dar todo lo que deseo, ¿puedes leer en mi mente qué es lo que deseo en estos momentos?

Murmuró con su mano desviándose hacia su miembro, que saltó en cuanto se dio cuenta exactamente de lo que quería, eso y cuando entró en su mente para saber efectivamente lo que deseaba.

—Entonces tengo que complacerte.

Giró sobre su cuerpo y la colocó bajo de él saboreando su cuello, la intensidad del calor entre ellos dominó la habitación entera, sonrió con picardía y en un chasquido de dedos hizo desaparecer su ropa entera, la chica se ruborizó por completo. Apretó ligeramente uno de sus pechos dedicándose a darle placer al otro con la lengua, los gemidos de la chica sólo le dieron más ímpetu para continuar con su trabajo.

Una vez más duplicó el placer que podía sentir con cada caricia y la vio retorcerse del placer hasta llegar al clímax, paró enseguida.

—No puedes parar, no ahora que... —otro gemido salió de sus labios en cuanto metió dos de sus dedos.

—Ábrete para mí Olympia —contempló los ojos del hombre que bajaron con lentitud dándole besos a todo su cuerpo hasta llegar a su intimidad y abrió las piernas como le indicó.

Con sus dedos dentro y su lengua lamiendo toda la extensión de su vagina, la hizo llegar una segunda vez.

Mordió su labio inferior pensando en lo mucho que se divertiría teniéndola ahí. Un poco cansada se levantó y con las manos en el rostro del chico lo acercó hacia ella, mordió su mandíbula y le tiró encima de la cama, una vez más se levantó y con una pose sensual comenzó a bailar sobre su miembro.

Por amor a los Dioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora