Don't send me no doctor
No me envíen ningún doctor
Fillin' me up with all a those pills
Llenándome de todas esas pastillas
Got me a man named Doctor Feelgood
Tengo un hombre, llamado Doctor Feelgood🎶Doctor Feelgood- Aretha Franklin
El rostro, tallado por los mismísimos dioses, se descompuso. El ceño se frunció y casi, casi sentí que la muerte entró en la habitación y, la única víctima era yo.
Mi memoria, pocas veces falla cuando se trata de semejante ejemplar herculiano, además de su nada amable coqueteo-reprimenda de la mañana me dejó claro que es muy transparente con sus emociones. Su cara, sus músculos tensos y la pose estática, me dan a entender su probable odio hacia mí por casi atropellarlo.
—Me lleva la que me trajo-— recrimino entre dientes, esperando escuche mi queja.
Definitivamente, hoy no es mi día. Lo corroboro al tener puestos cuatro pares de ojos en mí. Al parecer, la molestia y el cansancio no conocen al disimulo. Lo que menos quiero pensar en estos momentos es el tipo de mirada que recibo de cada hombre en la habitación. Supongo, tengo polvo hasta en las pestañas. La prudencia y la vergüenza me hace agachar la cabeza, a eso, le sumo unas cuantas plegarias a Gea para que me trague y me escupa en el Averno. Sentirse objeto de estudio, no es muy agradable para mí.
—¿Dijiste algo Pequeña? — ahora sí, me lleva la corriente y la ching...
Mi rostro, imagino, pasó de la vergüenza a la suprema humillación. Mattheus De Jong va a morir hoy. La causa de muerte será asfixia, y la criminal seré yo.
—¿Qué dijiste? — Davies tiene una expresión de confusión muy graciosa en el rostro, es casi caricaturesco. Mientras, Daven, a mi diestra, se lleva una mano al estómago, intentando contener la risa. Aviso... Eso nunca funciona.
En un vano intento por salvar mi dignidad y no caer en la cárcel por homicidio, dirijo mi atención a Davies, quien tiene la palabra SALVAVIDAS escrita en la frente.
—Emmm, decía decano que el joven que acaba de entrar se llama...— estiro la última letra de la palabra para que suene como una pregunta.
—Anubis, Anubis Farouk. Es doctor de la Universidad de Londres. Se especializó en ginecología. Además, estará encargado del área práctica del proyecto. Hará equipo contigo, Venus—
Si esto es una broma, díganme dónde están las cámaras escondidas. Una risa, un poco histérica, sale de mi garganta. Se extiende por unos segundos, pero al percatarme que nadie me sigue, retomo una actitud seria. Aunque internamente rezo: Zeus, yo sé que tú me amas. Yo sé, amado Baco, que te acabo de traicionar con Atenea; pero por favor ayúdame. Ahora sí, mándenme a Pegaso para que me lleve a un lugar olvidado... ¡POR FAVOR!
¿Alguien encendió la calefacción? ¡Re pámpanos! Estoy a un grado de caer por deshidratación, incluso empiezo a sentir la falta de aire. Toda mi cara debe estar encendida en un rojo granate. Mis párpados comienzan a picar, intuyo cierta hinchazón. Todo da vueltas y, de un momento a otro, el calor es sustituido por escalofríos. Con las pocas fuerzas y cordura que me quedan, intento disimular mi estado deplorable de salud. Aunque, atribuyo este semejante bochorno a la caminata por la carretera. Creo, mi rostro oliva, empieza a palidecer.
—¿Te sientes bien Venus? — Daven y su cara de preocupación me hacen encender las alarmas del sistema. Escucho cierto pitido y la boca me empieza a saber amargo. Niego al instante, pero no puedo ocultar una arcada. Ahora sí, como respuesta, doy un asentimiento con la cabeza. Mi amigo de la infancia se acerca para colocar el dorso de su mano sobre mi frente, es ahí cuando todo empieza a desmoronarse.
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Venus necesita a Cupido
Romansa-Me gustas- -Jamás dejé de amarte- -Todavía estás metida en mi mente- -La primera vez que te vi, lo supe... Me enamoré- -Eres la única que calma mi acelerado ritmo cardíaco- Cada una de estas frases se repiten en bucle en mi cerebro. Por cierto, so...