Capítulo 8: El primer beso

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Estoy a 15 minutos de mi apartamento. En el camino, no quiero contar cuántas multas me pondrán por manejar con el trasero, pues casi me estrello contra 4 autos. Mi visión está un poco borrosa por el cansancio. Necesito dormir y tomar una buena ducha, pero, sobre todo, necesito alimentarme. Me imagino recostada en mi amplia cama con una cena muy saludable y viendo mi serie favorita. Pero por mi cabeza pasa una idea mejor...

—¡El bar de Lucas! — pienso.

Como si me poseyera la versión crackeada de Barney y Tiger, casi salto de mi auto cuando me estaciono. Obviamente es muy temprano para que haya fila, así que me acerco a la puerta y veo a Lucas recibiendo un pedido de cerveza.

—¡Hey, manos arriba!— grito con voz distorsionada, pues hago mi mejor intento por parecer varonil. Si Lucas no hubiese soltado una carcajada al verme, la broma hubiese sido estupenda.

—Venus deja de querer asustarme, además lo único que espanta es tu aspecto—

—No seas tan directo cariño, mi pobre corazón de piedra no lo resiste— hago una mueca de dolor dramatizado. Lucas ríe por mi falso dolor. Sí, qué buen amigo.

—Ya, en serio. ¿Qué demonios te sucedió?—

—Bueno amiguito, es una larga historia que quisiera contar acompañada de un delicioso refresco, una hamburguesa grasienta y una porción de papas fritas con queso y tocino—

—Está bien, le diré al cocinero tu orden. Entra ya— palmea mi trasero para que entre y me da una sonrisa "sexy".

Con Lucas es fácil hablar y hacer bromas. Es cómodo y se siente familiar. Me recuerda al tío Dionisio, el único hermano de mi padre. Y el único familiar, además del abuelo, que en realidad me quiere.

Ya en la barra, Lucas pide que lo sigua hasta su oficina. Ya tengo mi refresco lima-limón en la mano, así camino hasta el pequeño despacho de Lucas.

—Ahora sí ¿qué pasó?— inquiere con un tono de regaño y preocupación.

—Pues...— hago una pausa para poder darle otro sorbo a mi refresco. —El día ha ido mal. Me quedé en un atracón, tuve que caminar por la autopista, llegué tarde al trabajo, vomité en los zapatos de alguien, me reencontré con Matt y Daven, y ¡Oh! Alguien me odia—

—Bueno, es un resumen rápido y sin detalles. Pero suena a que fue un día de mierda—

Asiento con la cabeza para luego tomar mi hermosa hamburguesa y darle un mordisco grande. ¡Oh ,deleite de los dioses!

—Un par de detalles para este mortal que se muere por el chisme— Lucas es quien me saca del éxtasis que produce la grasa en mi cuerpo. —¿Qué pasó cuando viste a Matt y a Daven? Y, ¿Por qué asumes que alguien te odia?—

—Querido amigo, una sabe cuando se gana el odio de alguien. No me lo gritó frente a todo el mundo, pero créeme, estoy segura de ello— otro mordisco a mi hamburguesa y unas papas a la boca para armarme de valor. —En cuanto a Matt y Daven, pues lo sentí normal. Es más, Daven siempre ha sido mi amigo así que no me sentí incómoda. Pero de Matt— otro trago a mi soda para armarme de valor. —Te confieso que me revoloteó un elefante con alas en la panza, pero fue por un momento. Ya he madurado— digo con firmeza, pero con queso escurriendo por las comisuras de mis labios.

—Claro, la madurez andando— otro toque de sarcasmo así y, Lucas se lleva la corona. —Venus, en mi opinión de folliamigo— ¡Carajo! Esa expresión de nuevo. —Estoy en mi derecho de advertirte sobre los riegos de enamorarte de Mattheus De Jong, o dejar que Daven vuelva a enamorarse—

En algo tiene razón Lucas, la posición en la que quedo siempre que me encuentro a los hermanos De Jong es deplorable. No sólo porque uno siempre ha sido mi mejor amigo, sino porque el otro está casado con mi hermanastra a quien no soporto.

Venus necesita a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora