Capítulo 9: ¿Ideota o Idiota?

6 0 0
                                    

Abro un ojo y veo que todo está oscuro. Al fondo escucho música, de repente siento algo aprisionando mi cuerpo. No recuerdo a qué hora quedé dormida en la oficina de Lucas, y lo peor de todo es mi imaginación... ¿¡Qué carajos pasó!?

Lo último que recuerdo es estar charlando y haciendo suposiciones sobre el proyecto que tenía Davies en mente. La hamburguesa ya estaba en mi estómago, las papas ni siquiera pasaron por las manos de mi amigo, y el refresco estaba por acabarse.

¡Eureka! Pasé del escritorio de Lucas al sofá, ¿o fue que nunca me moví del sofá?

Bueno, no recuerdo mucho, pero eso lo justifico por el cansancio. Cuando recupero un poco las ganas de vivir, me encuentro en el sofá de la oficina. Todo está oscuro porque ya deben ser más de las 8. ¡Mierda!

Mis amigos me debieron llamar y, de seguro, Alma y Kamila ya están haciendo una brigada de búsqueda para encontrar mi cadáver. Y si piensan que exagero, pues no. Una vez, Brendan dijo que iba al supermercado y que volvía pronto. Pasaron 5 horas y él no volvió. Mis amigas llamaron al portero, al administrador, al gerente del supermercado, y a la policía para preguntar sobre su paradero. Ya estaban llamando al papá de Brendan, ministro de la defensa, para que lo buscara. Al final, mi amigo nos explicó que se había encontrado con un amigo de la secundaria y se fueron a tomar un café para ponerse al día de sus vidas. ¡Alma y Kamila pusieron casi todo patas arriba!

En fin, estoy segura que lo mismo está haciendo conmigo. Y como si alguien estuviese espiando mis pensamientos, entra Lucas a su despacho.

—Estuvo buena la siesta, ¿eh?— pregunta burlón.

—Sí, fue tan reparadora y de mil años, que creo mis amigas ya llamaron al FBI—

—No te preocupes por el "escuadrón alarma", me llamaron a mí antes de espantar a mi mamá. Les dije que estabas acá, acabé de decirles y empezaron con el rosario de improperios— se mofa.

—Lo siento— respondo apenada. —Te juro que les contaré todo, así ellas mismas se disculparán contigo. Además, Zeus nos guarde y se le olvide dónde, si Tete se llegara a enterar del día tan basura que tuve—

—Oye, no es como que mi mamá se transforme cuando está enojada o preocupada—

Alzo las cejas y mi tono se vuelve acusador —¿Bromeas? Tete es la persona más terrorífica cuando se enoja, por eso es que evito decirle muchas cosas cuando me pide el reporte semanal. Además, tú jamás la viste tan enojada o preocupada como yo, porque tú siempre estabas lejos—

—Claro, porque jamás estuvo todos los días conmigo. Pero eso tú ya lo sabes de sobra— esta vez su tono dolido me deja sin palabras. Empiezo a tartamudear por lo idiota que soné. Dejo de abrir la boca y me quedo en silencio.

No debí mencionar el hecho de su distancia con Tete. Esta pequeña relación madre-hijo es una dinámica muy compleja, tanto que hace a Lucas decaer. En términos generales, Lucas y Tete no estuvieron juntos cuando mi amigo era prácticamente un niño. La razón es que mi amada nana era una mujer indocumentada. Cuando la contrataron en casa, fue justo cuando nací yo. Da la casualidad que acababa de dar a luz a Lucas, pero no podía llevarlo a la casa de mis padres por la depresión post parto que tenía mi madre. Entonces Tete tenía que dejar a Lucas con el casero y la esposa de éste. En sus días libres, los sábados, Tete iba a su departamento a visitar a Lucas. Cuando era niña no podía distinguir el daño que la hacía el trabajo de ser mi madre, pero cuando era adolescente fui dimensionando el daño que eso le causaba.

Tete llegaba a casa todos los domingos con los ojos hinchados. Siempre le preguntaba cómo estaba Lucas y si necesitaba algo más que un abrazo. La gran mujer, Teresa Figueroa, negaba y nos abrazábamos en silencio. Esos abrazos que reconfortan el alma y curan el corazón. Aunque dudo que alguno de esos abrazos pudiese llenar el vacío que es tener a tu hijo lejos. Cuando conocí a Lucas, el día de mi contratación del bar, no sabía que era hijo de Tete. Lo supe un día después del beso que nos dimos, y fue porque Tete me visitó. Le conté sobre mi enamoramiento con el dueño, pero jamás mencioné el beso. La bomba explotó cuando intenté hacer la presentación.

Venus necesita a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora