Luego de salir, casi a gatas del club, Kyle nos pidió esperar hasta que acabara su turno para poder llevarnos a casa. Como de costumbre, Kamila iba en el asiento delantero y Brendan, Alma y yo; en los de atrás. Kyle siempre es muy bueno con nosotros y le agradezco. Parece que sí nos tomamos en serio lo del agua de los floreros, porque Alma tomó un trago XXL de un florero que estaba en la barra.
Cuando Lucas escuchó semejante idiotez, casi se le salen los ojos de órbita, hasta que lo terminé convenciendo de prepararlo. La verdad, yo iba menos ebria, o eso creí. Kamila y Brendan ya no podían más, pues habían tomado margaritas y mojitos. Terminaron la ronda con ron puro, esto gracias a que el chico con el que Brendan bailó, "celebró"' nuestro triunfo. Esa era una de las excusas más inútiles que había escuchado en mi vida. Pero a Brendan le valió para besuquearse con él y dejarnos tragos gratis.
No recuerdo a qué hora fue que llegamos a casa. Solo recuerdo entrar al baño y desmaquillarme, para luego quitarme el jumpsuit y salir casi en pelotas.
Ahora, en mi cama, la claridad de la mañana me da directo a los ojos. Me duele hasta respirar, el aire también me retumba los oídos. Cada aliento es como el peor martillazo de todos. Los pájaros suenan como bocinas en medio del tránsito y el mundo gira sin piedad. Me remuevo en las sábanas, que están desordenadas y manchadas de lo que parece ketchup.
—¿Comí algo en mi cama? — pregunto en voz baja, claro como si alguien me pudiese responder.
Veo que hay un paquete de papas fritas encima del buró y sí, comí en la cama porque hay restos de ketchup en mi cara. ¡Ja! Yo pensé que había matado a alguien. Mi mente psicópata se activó por ver tanto canal de asesinos seriales. Me vi narrando el capítulo de mi propio documental en asesinos de una noche.
Cuando mi propio cuerpo cede ante la batalla de levantarme de la cama, todos los recuerdos y sensaciones golpean fuerte. Mis recuerdos no son tan claros como creía, pero hay pinceladas en las cuales me escucho aceptando un plan que, ahora me parece de lo más idiota. La verdad, no recuerdo qué dije exactamente o cómo llegué hasta mi cama. Solo veo la imagen de mi cara en el espejo del baño, pero es muy borrosa.
Un pequeño escalofrío me hace dar cuenta de mi desnudez. Estoy prácticamente en calzones. Sin sostén ni nada que pueda cubrirme algunas libras de más que tengo. Otra de las inseguridades que me da el tener sexo. Seguramente le diré a con quien esté que no me toque la espalda o tendré que decirle que los muslos no los bese porque están gordos y llenos de estrías.
—¡Buenos día...— escucho a mis espaldas una voz familiar, pero no de esta casa.
—¡Perdón! Yo estaba, yo, emm—
Kyle está semidesnudo en medio de la sala de estar, solamente se cubre con uno de los cojines del sofá. Mientras, Kamila duerme a pierna suelta con el labial corrido. ¡Casi me infarto!
Vuelvo corriendo a mi habitación para poder encontrar una bata decente y salir hacia el baño.
Encuentro un sudadero enorme y me lo coloco. A pesar de cubrirme justamente hasta el final de mis nalgas, salgo con confianza, pues mis bragas cubrirán todo aquello que no quiero mostrar
¡Dios, qué vergüenza!
Salgo de nuevo y veo que Kyle está a punto de irse, cuando lo detengo. La cordialidad ante todo.
—No te preocupes Kyle, he visto en peores fachas a las parejas de mis roomies. Además, tú eres prácticamente de la familia. Déjame servirte un café— le señaló el desayunador de la cocina. Mis palabras parecen suavizar el ambiente, incluso lo veo en su cuerpo, pues sus músculos se relajan. Camina hacia donde le apunto con el dedo y se sienta con cautela.
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Venus necesita a Cupido
Romance-Me gustas- -Jamás dejé de amarte- -Todavía estás metida en mi mente- -La primera vez que te vi, lo supe... Me enamoré- -Eres la única que calma mi acelerado ritmo cardíaco- Cada una de estas frases se repiten en bucle en mi cerebro. Por cierto, so...