Capítulo 27: Lo que el farmacéutico dice

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Mismo día en la tarde, oficina de Amity

— Así como lo oyes, Odalia, así como lo oyes —le aseguró Boscha a través del manos libres de su celular.

La magenta había tenido varios asuntos que atender hasta el mediodía, pero ya de tarde, se encontraba rumbo a la oficina con todas las intenciones de indagar a su socia acerca de los acontecimientos de la noche anterior.

— ¿Cómo que si estoy segura de lo que digo, Dalia? —Boscha estaba poniendo al tanto a la señora Blight de la información que manejaba— ¿Tengo que repetírtelo? ¡Dios! Willow me hizo explicarle mis deducciones como tres veces esta mañana… bien —se resignó— Abre bien tus viejas orejas… Evidencia número uno —empezaba el recuento de la investigación realizada por ella misma—: Las últimas en dejar el edificio la noche anterior fuimos Skara y yo —aseguró— Y cuando nos fuimos, la rarita… —Boscha giró los ojos ante el reproche de la madre de su mejor amiga— Bueno, Luuz —destacó— la rarita —murmuró para ella, no había otra forma de reconocerla que no sea esa— Seguía esperando a la testaruda de tu hija en el lobby, y estoy muy segura de que no se iba a mover de ahí hasta verla —de hecho, ella misma le dio permiso para que se quedara siempre y cuando podudiera pasar a ver al Mercedes Brabus, pero esa extorsión no tenía por qué saberla nadie más que ella y la rarita— Sí, sí, ya sé que la castaña culona de tu hija… —automáticamente frenó el auto para ver si no estaba Luz para corregirla— ¡Dios! la rari me ha vuelto una psicótica perseguida, ahora no puedo hacer mis bromas sobre el trasero de Amity sin pensar que en cualquier momento me corta por partes y me mete en unos de sus freezers.

Y dale con eso.

— Como sea… ya sé que la castaña culona de tu hija estaba enojada con ella, que se encerró en su oficina sin querer ver a nadie y que no hay nadie más cabeza dura en el mundo que Amity, pero… —y esto era muy importante— Odalia, la rari es el virus que atraviesa absolutamente todas las paredes protectoras que tiene tu hija en su sistema —Boscha estaba actualizada— Y cuando digo todas, me refiero a absolutamente todas... ¡Por Dios, Odalia! Tú viste con tus propios ojos la cara de tonta enamorada que pone cada vez que la rarita está cerca… ¡Exacto! —la señora Blight le dio la razón— Y eso que ni siquiera la viste toda verde defendiendo su territorio el otro día —por otro día se refería a aquella tarde en que ella y Amity fueron a ver los nuevos inquilinos de Luz y se encontraron con una pequeña sorpresita— La tuviste que haber visto toda celosa, Dali, más que Hulk era "La increíble Amity". No paró hasta que todas las valijas de la morocha nueva estuvieran afuera del edificio, y la rari la miraba con su cara torcida y toda confundida… ¿El chico? —Odalia, que al parecer estaba muy al tanto de la situación, preguntaba por el otro inquilino— Por favor... —Boscha soltó una carcajada mientras entraba a la cochera del edificio— Después de que vio como Ami echaba a patadas a la otra tipa, salió espantado de allí.

Luz se quedaba nuevamente sola en su departamento.

— En fin —la conversación se estaba desviando— Evidencia número dos: Tu hija no regresó al departamento a dormir y… —Boscha giró los ojos— ¿Puedes ser más negativa? ¿cómo que se puede haber quedado llorando en la oficina? —Odalia no quería ilusionarse— Primero, todavía no sabemos si tu hija es capaz de llorar y no derretirse, y segundo, uno de los principios supremos e inquebrantables de Amity es "Tu casa es mi casa, pero mi oficina no es tu casa"

Era cierto, la empresaria lo tenía como una política de trabajo para todos sus empleados. Era muy útil a la hora de evitar que empleados emparejados entre ellos trajeran sus problemas personales al trabajo, o evitar que alguna mujer despechada apareciera a hacer líos en las oficinas, o para que ninguno de sus empleados abusara de los recursos de la empresa para uso personales.

No soy para ti | LumityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora