Capítulo 29: La hacienda

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Día antes del cumpleaños número 25 de Amity

— Amity…—Luz suspiró y tomó la pálida y esculpida mano que tenía enfrente— Yo… yo… quería… quería… —rápidamente se agachó, dejando una de sus rodillas en el piso— Amity…—respiró hondo y volvió a empezar— Tú… tú… tú eres… eres… —soltó la mano que sostenía y dejando caer su otra rodilla agachó su cabeza para tratar de tranquilizarse.

El silencio inundó el lugar donde se encontraba, de forma que solo se podían escuchar las respiraciones exageradas de una morena que trataba de llenar sus pulmones de aire.

— Luz…

Sin perder más tiempo, volvió a tomar la mano que tenía enfrente, levantó una de sus rodillas y miró directo a los ojos de la mujer que le prestaba atención a cada uno de sus movimientos.

— Amity —vamos de nuevo—. Cuando… cuando estuvimos en la casa de tus padres, en… en Los Angeles, te dije que yo… que yo no soy para ti y la verdad es que hoy…hoy… ahora lo sigo pensando —confesó— porque, Amity, tú eres todo. Eres todo y más, mucho más. Eres la princesa de los cuentos, la heroína de las historietas, la protagonista de cualquier novela y la estrella de cualquier película —encajaba en todo— Todo en ti es perfecto. Tu… tu cuerpo es… siempre que dibujaba chicas pin up pensaba que eran dibujos pocos reales, que esas mujeres con curvas no podían existir. Pero desde que te vi, ahora… ahora todas me recuerdan a ti y es como si me pidieran que te dibujara de enfermera, de policía, de bailarina, de bombero… —un carraspeo la hizo volver al tema principal. Luz agitó su cabeza— Tu boca es perfecta también, al igual que tus ojos —no pudo evitar sonreír— Ambos… los dos combinan a la perfección porque cuando te enojas y aprietas los labios, si alguien mira tus ojos dorados, lo más probable es que se queme en el intento —lo sabe ella— Cuanto estás contenta y de tu boca sale la risa más hermosa de todo el universo, tus ojos brillan de una forma especial. Juro que con el brillo de tus ojos podríamos iluminar toda Nueva York —exageró, pero se lo creyó— Cuando me miras con ganas de… de… tú sabes —rió con inocencia, no podía decirlo— Tu boca está un poquitito abierta y tus ojos dorados se ponen oscuros y…y… como si hipnotizaran —agachó su cabeza— Eres muy inteligente, y la gente te mira y te respeta cuando hablas. Skara… Skara dice que no hay quien se atreva a enfrentarte y que todos los que entran a tu oficina, salen como encantados contigo o llorando. No estoy segura de que eso sea bueno, pero Skara también dice que de la oficina de Boscha todos salen llorando y nunca encantados, siempre con miedo, al menos contigo no. Pero yo, Amity… yo… yo… yo no soy nada de eso. No soy linda, al contrario, tengo cosas de más que son horrendas —pobre rarón— Solo sé hacer tatuajes y no soy para nada inteligente —concluyó suspirando— Pero puedo cuidarte —agregó, cambiando su expresión— Puedo cuidarte y protegerte porque soy fuerte y… y… bueno, tú sabes que sé pelear y una princesa como tú siempre necesita su… su caballero que la defienda y yo puedo serlo, puedo ser tu armadura —se avergonzó— También puedo darte todo lo que tú quieras porque tengo dinero, no sé porqué la gente paga tanto por mis tatuajes, pero lo hace, y yo gano dinero. Viney dice que debería cobrar aún más, pero yo considero que está bien así —aseguró asintiendo— También… también…. —tomó aire— Amity, yo puedo amarte. Puedo amarte mucho, mucho. Dijiste que tú me enseñarías a hacerlo y yo quiero aprender todo lo que tú me quieras enseñar. Quiero amarte, amar a Beth; nuestra hija —sonrió otra vez, le gustaba tanto llamar a la pequeña así— Quiero amarlas a ambas todos los días. Porque no solo me diste un presente, también me diste un pasado y un futuro. Amity, tú eres mi vida…

Tomó aire nuevamente. Estaba por llegar el momento.

— Tú eres el amor de mi vida… y yo sé que no soy para ti, pero quiero irme de este mundo intentando serlo —buscó en el bolsillo de su chaqueta y sacó una pequeña y elegante cajita. La abrió con seguridad y dejó ver el hermoso anillo— Amity Blight… ¿quieres casarte conmigo?

No soy para ti | LumityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora