Capítulo 3

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Papá podía ser un hombre agradable de puertas afuera. Sus amigos lo consideraban encantador y sus colegas un ejemplo a seguir. Siendo un productor exitoso, cualquier cosa que saliera por su boca era ley en la industria.

Mamá fue por mucho tiempo una aspirante a actriz muy ingenua. Pensó que papá le daría la oportunidad de brillar por fin. Pero cuando quedó embarazada, este la despidió de todos sus proyectos y le ordenó deshacerse de mí.

Al principio pensó en obedecerlo, pero prefirió tenerme. No le pidió apoyo a mi padre y jamás regresó a la productora. Sin embargo, él nos buscó para evitar que el asunto se saliera de sus manos y un escándalo terminara con su carrera. Nos encontró y mantuvo a mi madre callada a cambio de una miserable pensión. Con ella también llegaría una jornada de golpizas mensuales que mamá soportó pues sabía que contraatacar era imposible. De la manera en que lo intentara, legal o no, papá siempre ganaba.

En su última visita, cuando yo tenía tan solo cinco años, mi progenitor no solo golpeó a mamá, sino a mí también.

Fue entonces cuando las cosas cambiaron. Al día siguiente, mi madre colocó todas nuestras pertenencias esenciales en el auto. Tan solo hicimos una parada en casa de la abuela para despedirnos y emprendió camino sobre la larga carretera que nos llevaría hasta San Francisco. Nos alejamos de la capital cuanto pudimos.

Después de un par de meses viviendo en un hotel sucio, mamá nos consiguió casa gracias a un crédito que nunca terminará de pagar en vida. La propiedad era pequeña, pero me hizo sentir feliz el tener un lugar seguro, lejos de papá.

Ella estuvo muy animada el primer día en nuestra nueva casa. Yo, en cambio, le temía a todo a mi alrededor.

Las marcas de los golpes de papá ya casi se borraban, solo me quedaban algunos tonos morados alrededor del ojo derecho. Pero las heridas emocionales no se fueron pronto, me tomó muchos años sanar a penas una parte.

ー¡Abril, ven a ver! ーme llamó mamá desde el patio trasero.

Acudí de inmediato y la encontré admirando un árbol cuyas flores, rosa pálido, caían lentamente y formaban una hermosa alfombra natural sobre el césped.

ーEs un maculís ーme explicó.

ーEs bonito.

Nos quedamos afuera por un rato, ella comenzó a limpiar los restos de un cristal roto que hacía falta en la ventana principal. Yo me limité a jugar con mis muñecas hasta que descubrí la silueta de una niña con ropaje blanco que me observaba a través de una rendija en la vieja cerca de madera.

ーHola ーla saludé, pero la niña no respondió así que me acerquéー ¿Cómo te llamas?

ー¿Me hablas a mí?

Sus palabras me confundieron un poco. Claro que le hablaba a ella, era la única frente a mí.

ーSí, te estoy hablando a ti ¿No sabes cómo te llamas? ーquedé boquiabierta.

La niña me llevaba un par de centímetros, su cabello era de un negro muy oscuro y sus ojos brillaban con ternura.

ーMe llamo Gia ーrespondió al finー ¿Tú... Puedes verme?

ーNo ーrespondíー Bueno, solo una parte. El resto de ti está escondida tras la cerca.

ーCierto ーagregó divertida.

ーMi mamá me dijo que no puedo entrar al patio de los vecinos ¿Por qué no vienes a jugar de este lado? Esta es mi casa y puedes pasar porque yo te estoy invitando. No creo que mamá nos regañe ーle expliqué a Gia.

No le resultó difícil atravesar la cerca pues una de las tablas estaba suelta. Solo pasó por debajo como si nada.

ーEres nueva en el vecindario ¿cierto? ーAsentí ante su pregunta. ー Entonces, supongo que no tienes amigos ¿Puedo ser tu amiga?

Entre HilosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora