Gia
Desde pequeña me di cuenta de que podía ver cosas que los demás no. Por ejemplo, el amor. Era similar a la luz y nacía del pecho de cada quien. Algunos lo llevaban muy brillante, otros más opaco y de distintas tonalidades.
Lo encontré en cada madre que veía a su hijo jugar en el parque, en cada hombre que compraba un anillo de compromiso y en cada niño que recibía un abrazo de sus padres. Quizá te suene gastado, pero el amor estaba en todas partes. Lo veía en cada lugar al que iba, sin falta.
Y mi luz favorita siempre fue la de Abril.
No hubo un solo momento en que no me gustara verla, incluso el día en que comenzó a brillar por Eric.
Recuerdo haberla escuchado hablar con Valeria por teléfono la tarde anterior. Estaban tan emocionadas por un partido de fútbol que me contagiaron y, sin que supieran de mi existencia, las acompañé al instituto el día siguiente. En aquel entonces todavía era invisible así que nadie se percató de la asistencia de una desconocida.
Seguí a ambas chicas por el campo hasta que nos topamos con Luca. Me encolerizó cuando el idiota golpeó su hombro contra el de Abril con tal fuerza que la hizo chistar de dolor.
—Ocupas mucho espacio —bufó.
Sentí a mis manos volverse puños para contenerme. Por más que quería poner a Luca en su lugar me era imposible. No podía ser escuchada, vista y mucho menos usar mis poderes aún inexistentes.
Entonces apareció Eric tras de él y tomó con suavidad el hombro de Abril.
—¿Estás bien? —le preguntó.
La chica apenas y asintió. Pude ver que el amor en el pecho de ambos se encendió con fuerza.
—No le hagas mucho caso —agregó el castaño—. Tanto jugar bajo el sol ya le afectó.
Ese comentario terminó de asentar los sentimientos de Abril. Fue tanta su emoción por el chico que no le quitó los ojos de encima durante todo el partido. Por si no fuera suficiente él también la observaba. Siempre que el balón estaba lejos aprovechaba para mirarla y sonreírle claramente coqueto.
Comencé a estar inquieta. Me preocupaba que terminaran siendo cercanos y que la luz de Abril brillara más por él que por cualquier otra persona.
El partido terminó y los Jaguares del instituto ganaron por dos goles —que anotó Eric, por cierto— pero Luca fue quien se llevó la gloria. El equipo levantó y vitoreó a su odioso capitán. Incluso comenzaron a cantar el himno de la preparatoria. Todos los presentes bajaron al campo para unirse a los festejos. Aventaron confetis y agua de las botellas.
Abril y Valeria también se unieron. Pensé en seguirlas pero ya no me sentía tan a gusto como al principio.
Eric se acercó a mi chica y comenzó a hablarle, no alcancé a escuchar lo que decían. Se sonrieron y sus luces brillaron más que antes. Mientras tanto, yo solo observé desde las gradas.
En ese momento entendí que Abril tenía derecho a estar con alguien más. El haberme enamorado de ella desde que éramos niñas en realidad no importaba. Yo no podía ofrecerle nada. Estaba condenada a vivir entre sus recuerdos como una simple amiga.
Aunque me dolía el alma entera, no pude evitar dibujar una sonrisa al ver a mi chica tan feliz.
Con el pasar de sus siguientes dos años de preparatoria aprendí a sobrellevar su relación con Eric. Al principio fue fácil porque solo eran amigos, pero ahora todo me había superado ya. Desde que los vi besándose en la terraza del centro comercial no había podido recuperarme. Quería llorar siempre que me acordaba de la escena y evitaba a toda costa que alguien lo notara, pero estaba destrozada por dentro.
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Entre Hilos
Romance¿Y si te dijera que tu alma gemela es una chica mitad demonio? Abril se llevó dicha sorpresa cuando se reencontró con Gia, su amiga imaginaria de la infancia, quien resultó ser no tan imaginaria y que posee habilidades sobrenaturales. Su historia pu...