𝗼𝗰𝘁𝗶𝗻𝗴𝗲𝗻𝘁𝗶. ¿pecará, sacerdote?

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Capítulo 8¿Pecará, sacerdote?

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Capítulo 8
¿Pecará, sacerdote?

Salí del baño, yendo a las corridas por el corredor de paredes viejas, solo que de una forma menos ruidosa posible, sostuve mis manos en la pared, asomando de a poco mi cabeza y poder observar al sujeto que recién salió precipitadamente del pasillo. Mordí mis labios, aguantando las ganas de salir corriendo a su persona, empero, la vida es una y se vive siempre, por eso mismo es que comencé a perseguirlo hasta que me di cuenta de que llegamos a la capilla. Detuve mis pies, pensando demasiado bien lo que haría al tiempo de penetrarlo por completo, directamente, desplegué la puerta de madera con algunos objetos de metal antiguos, ocasionando que el sacerdote gire su cabeza de inmediato, en su mirada se podía ver la verdad que se encontraba escondiendo.

Sus fanales claros brillaron.

No iba a fingir más con él, muchísimo menos por las emociones que él está emanando de su cuerpo y de la manera en que me estaba viendo, cerré las puertas de madera con su seguro y empecé mi camino al hombre que yacía en un estado de shock. Al parecer, está en un mundo totalmente diferente del mío o de cualquier otra persona, mientras que iba dando unos pasos hasta su persona pudo deshacerse de ese mundo de fantasía donde se encontraba perdido.

—Cho Mi Sae, es tarde. ¿Q-qué haces aquí?

Qué él se encuentre balbuceando tan nervioso, entre que encamina sus ojos celestes por todos lados menos a mi rostro, es lo que más me pone caliente y de una forma sexual. Eché un suspiro de frustración debido a que esta situación me ponía en un estado que no me gustaba vivir hasta poder buscarle una solución que nos guste a ambas personas, mayormente, nunca pensaba en lo que la otra persona quería.

Sí, un poco egoísta ese pensamiento de mierda.

—¿Seguirá fingiendo que no ha visto nada?

—No sé de qué hablas, Mi Sae. —replicó, como si nada pasara por su mente. Bajó la vista, haciendo cualquier cosa para no mirarme directamente.

—Vamos... No hay necesidad de que me mienta más, Sacerdote Felix, a no ser que quiera que le recuerde lo que sus ojos han visto hace unos minutos. Quizá, usted oyó unos sonidos extraños por el pasillo y quiso verificar que todas las alumnas estén cumpliendo con las reglas impuestas del horario de noche, sabe muy bien que usted no puede ingresar a los baños de las chicas. Sin embargo, ¿acaso hay baños de muchachos? —relaté, caminando a pasos lentos. Ese sujeto que se está concentrando en mis palabras.—Así que no habría ningún problema sin autorización de Las Hermanas, simplemente que cuando entró al baño, usted escucha unos gemidos provenientes de dos mujeres...

—Cho Mi Sae.

Detuvo mi narración, observándome por primera vez con sus faroles oscuros del furor que siente por sus venas al escuchar mis palabras. Sabía más que nadie que no le gustaba para nada lo que estoy haciendo, no obstante, ya me hastié de tener que seguir con el reglamento que el mayor quería que se sigan, es tiempo de sacarlo del caparazón que él mismo se había formado durante estos años, es la maldita ocasión de que sienta el placer por primera vez en su corta vida de adulto debido a que no se veía tan grande.

El pecado de Felix (+18) ; l. felix ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora