𝘃𝗶𝗴𝗶𝗻𝘁𝗶 𝘀𝗲𝗽𝘁𝗲𝗺. el flagelo de la culpa.

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Capítulo 27El flagelo de la culpa

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Capítulo 27
El flagelo de la culpa

Estaba como en trance, como si hubiera presenciado un accidente impactante y demasiado explícito para procesar. Su rostro pálido yace inexpresivo, una máscara de asombro y confusión. No hay una chispa de alegría o alivio en sus fanales, sencillamente un vacío abrumador. Aún le costaba asimilar lo que sus propios ojos han presenciado hace apenas unos minutos.

Y en medio de todo ese caos, solo podía pensar en una persona: Lee Felix.

El hombre que hasta hace media hora fue un sacerdote, un líder espiritual. El hombre que había dejado todo atrás, su fe, su vocación, por ella.

Una sola lágrima se deslizó por su mejilla, una prueba silenciosa de la tormenta emocional que se encontraba atravesando. No podía contener el torbellino de sentimientos que la embargaban: sorpresa, confusión, miedo... pero sobre todo, un profundo amor por el hombre que había sacrificado tanto por ella. Hasta su propio cuerpo, diría, era por eso mismo que Cho Mi Sae no podía dejar de temblar, mientras que estaba sentada en los escalones del internado.

—Mi Sae Ssi...

Abrió sus párpados, encontrándose con todo el sonido del establecimiento religioso. De repente, se dio cuenta de que ya no estaba en esa misma escena. Ahora está fuera del edificio, sintiendo el frío mordaz del viento de esa estación en su piel. El aroma de la naturaleza llenaba sus pulmones, el olor de los pocos árboles que aún se mantenían en pie, el olor de la tierra húmeda por los rociadores.

Pero luego, un pensamiento oscuro cruzó su mente. Se preguntó cómo sería el olor de la sangre, el olor del sufrimiento, el olor... del odio. Fue un pensamiento inquietante, un pensamiento que la dejó con un nudo en el estómago. Sin embargo, no pudo evitarlo. Después de todo, había presenciado el final de una era, el final de todo un romance gracias a ellos.

 Después de todo, había presenciado el final de una era, el final de todo un romance gracias a ellos

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Media hora antes.

Nuestros nombres flotaban en el aire, arrastrados por suspiros y jadeos en esta misma noche de domingo al anochecer. Desde mi perspectiva, podía sentir cada movimiento de la persona que fue llamado por mí y por todos, Sacerdote Felix, pero ahora era una simple persona que me estaba fornicando como más me encantaba y esa persona ahora era llamado por su nombre completo. Lee Felix.

El pecado de Felix (+18) ; l. felix ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora