𝗲𝗽𝗶𝗹𝗼𝗴𝘂𝘀.

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Epílogo

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Epílogo

La habitación del hospital está sumida en un caos controlado. Las luces frías y brillantes iluminaban la figura pálida y maltrecha del Sacerdote Lee Felix en la cama, sus heridas abiertas y casi infectadas eran una visión desgarradora, además de que los antibióticos que se le habían administrado parecían insuficientes para combatir la gravedad de su estado. El doctor Bang Chan, con su bata blanca manchada de sudor y cansancio, lideraba el equipo de médicos y enfermeros. Había corrido hasta ahí al oír la alarma de su beeper, ahora sus ojos, delante de la familia de sus pacientes siempre con la mirada calmada y seguros, están llenos de una preocupación y determinación palpables.

—¡Carga a 200!—ordenó, su voz resonando en la sala silenciosa. Había tomado esa decisión cuando se dio cuenta de que la reanimación manual no funcionaba.

El constante pitido del monitor cardíaco se ha convertido en un tono agudo y continuo, el corazón de Lee Felix dejó de latir. El enfermero colocó los parches del desfibrilador sobre el pecho del sacerdote, su rostro pálido y sudoroso reflejaba la gravedad de la situación. Porque él debía vivir.

—¡Despejen!—ordenó Chan, y todos retrocedieron. Hubo un zumbido, luego un chasquido, y la fisionomía de Felix se arqueó violentamente con la descarga.

No obstante, el tono del monitor cardíaco no cambió. La habitación se llenó de un silencio sepulcral, las caras de los presentes reflejaban la dura realidad: El Sacerdote Lee Felix está muerto, pero el doctor Bang Chan no se rendiría, no podría permitirlo, porque afuera del cuarto se hallaba una familia que esperaba que el sacerdote vuelva.

—¡Otra vez!—gritó y el proceso de reanimación se repitió más de una vez.

Una y otra vez, hasta que sus propios compañeros enfermeros lo veían con una mirada que te demostraba de que ya era demasiado tarde. Solamente tenía que dar por finalizado la hora de muerte, empero, era una cosa que no saldría de él, porque trataría de hacer todo lo posible para que ese sacerdote no deje a un grupo de personas llorándole. No en su turno.

—Doctor Bang Chan, ya han pasado más de 4 minutos.—intervino uno de los médicos, su voz llena de preocupación.

—¡No dejaré morir a un sacerdote, Kim! ¡Así que hazlo otra vez!—respondió, una voz llena de determinación. Observó al enfermero.—¡¿Qué estás esperando, Kim?!

El médico Kim asintió con la cabeza, aunque su rostro reflejaba su preocupación, debido a que el doctor Bang parecía estar tomándose el caso demasiado personal y no tenía que ser así. El tiempo seguía corriendo, cada segundo que pasaba era crucial.

—¡Carga a 200!

Mandó nuevamente Bang Chan, su voz llena de una desesperación contenida. El zumbido y el chasquido se repitieron, y de nuevo, el cuerpo del Sacerdote Lee Felix se arqueó por la descarga.

El pecado de Felix (+18) ; l. felix ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora