Playa

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Estaba empezando a caer la noche.
Iban paseando por la arena de la playa con una puesta de sol de fondo que dejaba naranja el horizonte.
Él la agarró de la mano y pasearon hasta llegar debajo de un puente.
Había una zona de piedras y detrás de las piedras una arena un poco más compactada y oscura de lo normal.
Decidieron tender la toalla sobre la arena y sentarse en ella para ver cómo caía el sol.
Poco a poco la luz se fue perdiendo dejando un reflejo naranja sobre el mar cada vez más oscuro. En un instante todo se volvió negro y ellos sólo se veían el uno al otro. El mar se podía intuir cuando por el sonido de las olas entrando en la playa.
Él se quitó la camiseta y se quedó en bañador, agarró la mano de ella y le dijo.
-Vamos a bañarnos-
-¿Ahora? Estará muy fría.
-Si, venga vente.
Ella sonrió y extendió su brazo para que le agarrara la mano.
El la ayudó a levantarse del suelo, ella se quitó el top quedándose con el bikini y corrieron de la mano hacia el mar.
Cuando llegaron a la orilla sintieron como el agua fría les llegaba hasta los tobillos.
Ella trató de darse la vuelta pero él la cogió en brazos y se la llevó hacia dentro.
En el puente había un pequeño foco que iluminaba un poco el mar y la arena y él andó con ella en brazos por el agua hasta la zona iluminada.
Una vez llegó se abalanzó al agua.
Al principio sintieron frío y ella empezó a salpicarle como venganza.
Después de jugar un rato ambos metieron todo el cuerpo hasta la cabeza para evitar el aire. Él se acercó a ella y la apartó el pelo de la cara.
Empezaron a reirse, él la agarró con las dos manos la cara y la besó. Escurrió una de sus manos por el hombro para alargar el beso.
Ella puso sus manos en el pecho de él y le volvió a besar.
Entre besos y sonrisas él la cogio en brazos por la cintura y ella rodeo su cuerpo con sus piernas y su cuello con sus brazos.
Los besos de él pasaron de los labios al cuello de ella y los labios de ella se acercaron a la oreja de él.
Ella comenzó a respirar fuerte al oido de él incluso haciendo algún suspiro.
Él empezó a sentir la excitación y los besos se convirtieron en lametones y pequeños mordiscos.
Las manos de él comenzaron a agarrar las nalgas de ella y las de ella agarraban el pelo de él a la altura de su nuca.
Ella bajó de los brazos de él y le agarró de la mano.
Comenzó a caminar hacia la orilla guiándole el camino.
Llegaron a la arena y siguieron caminando hacia la toalla.
Ella se tumbó bocabajo sobre la toalla y se desató el nudo de la parte superior del bikini.
El se colocó con una rodilla cada lado de sus caderas y comenzó a masajear sus hombros.
Poco a poco bajó masajeando su espalda y llegó hasta la costura del bikini. Nada más llegar lo bajó hasta la mitad de las nalgas y comenzó a tocarlas siguiendo con el masaje.
El masaje siguió descendiendo por las piernas hasta los tobillos y cuando llegó a estos comenzó a subir de vuelta.
A la altura de los glúteos las manos de él se iban hacia la ingle de ella.
Él cada vez alargaba mas los dedos llegando a rozar sus labios.
El roce pasó a ser constante y la mano derecha de él se colocó directamente sobre la vagina de ella.
Por encima del bikini comenzó a frotar su mano haciendo fuerza con los dedos índice y corazón.
Ella se dió la vuelta y se bajó el bikini hasta quitarselo.
El introdujo su dedo corazón en su vagina y la comenzó a masturbar.
Le metió el dedo lentamente y poco a poco comenzó a acelerar. A la vez con el pulgar frotaba su clítoris aprovechando el movimiento de su mano.
Frenó en seco para introducir un segundo aprovechando la humedad de la zona.
Comenzó a masturbar con ambos dedos de forma veloz, lo mas rápido posible haciendo presión algunas veces en la pared de arriba.
Ella comenzó a respirar muy fuerte y rápido y él no bajaba la velocidad. Ella sentía que se acercaba el orgasmo y él introdujo todo lo que pudo sus dedos manteniendo la velocidad.
Ella gimió en voz baja y él sacó sus dedos de la vagina empapados y se los llevó a la boca.
Se quitó el bañador y se colocó sobre ella.
Estaba tan mojado que el pene se introdujo solo en la vagina sin necesidad de ayudarse con las manos.
Él empezó a penetrarla lentamente haciendo que ella sintiera hasta las venas más hinchadas rozando sus paredes.
Continuó de forma lenta y suave siguiendo el ritmo de las olas mientras la besaba
Él tenía el codo izquierdo clavado en la arena y la mano derecha estirada sobre la toalla.
Con la mano izquierda se agarraba la cabeza.
Ella empezó a mover su cadera tratando de acelerar los movimientos por lo que él la siguió el juego acelerando un poquito.
Consiguieron coger un ritmo perfecto y fácil de mantener.
Los movimientos de ambos se compaginaban perfectamente.
Después de un rato el placer de ambos estaba creciendo por lo que las ganas de terminar hicieron que el ritmo fuera en aumento.
Empezaron a moverse sobre la toalla velozmente hasta que ambos tuvieron lo que tanto buscaban, haciendo una inolvidable noche en la playa

Historias de una noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora