Sumisa

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Estaba ella en el sofá cuando él vino del trabajo.
Él parecía algo cabreado, se acercó a ella le agarró sus mejillas y la besó. Sin soltarla se quedó mirándola fijamente a los ojos con el rostro serio, apretó los dientes y le dijo.
-Vamos a la habitación roja-
-Te espero allí en 15 minutos-
Ella fue al dormitorio a cambiarse de ropa.
Abrió el tercer cajón de su cómoda, este estaba lleno de lencería y comenzó a buscar cuál elegir.
En la parte derecha del cajón estaba su selección. Un body rojo ajustado con apertura en la entrepierna.
Se puso el body y se dirigió hacia la habitación roja.
Al llegar encontró la puerta cerrada, se colocó de rodillas enfrente de la puerta y dio tres toques con los nudillos.
Él escuchó la puerta, cogió un látigo de tiras de cuero y se dirigió hacia la puerta.
Abrió la puerta y se encontró a ella de rodillas con las manos a su espalda.
Desde arriba él podía ver el escote del body y el pelo recogido de ella.
-Levántate- Le dijo con tono serio.
Ella vio que tenía el latigo en la mano y comenzó a seguirle por la habitación.
El se detuvo delante de la cruz de San Andrés.
-¿Aquí?- Preguntó ella.
- Súbete en la banqueta-
Ella se subió en una pequeño banco de cuero rojo que servía de alzador.
Él ató sus manos con los grilletes y luego ató su pierna derecha. A continuación retiró el alzador y ató la pierna izquierda para que quedase colgando.
Él con el látigo que tenia en su mano comenzó a acariciar el cuerpo de ella.
Comenzó por sus brazos, se paso al cuello, siguió acariciando su pecho, volvió a los brazos, bajó de nuevo a los pechos, se entretuvo acariciando su vientre, pasó a las piernas.
Cuando llegó a sus piernas, comenzó a subir y bajar lentamente él látigo por ellas. Comenzó a centrarse en el lado izquierdo, empezó a hacer un corto recorrido sobre el lateral del muslo izquierdo, de pronto paró. Separó el látigo del cuerpo de ella y le propinó un fuerte golpe en el lateral del muslo con el látigo haciendo que el silencio se rompiese con el sonido del látigo en su piel.
Mientras la zona comenzaba a enrojecerse él soltó el látigo y aprovechando la apertura del body comenzó a masturbarla.
Introdujo un dedo en su vagina y empezó a moverlo lentamente.
Cuando notó que ya estaba bien lubricado introdujo un segundo dedo y comenzó a masturbar con mucha velocidad y profundidad.
Él inclinó sus dedos hacia él para hacer presión en la pared de la vagina.
A medida que avanzaba el tiempo se empezaba a escuchar el choque de la mano y de lo aguado que estaba.
La respiración de ella empezó a aumentar convirtiéndose en suspiros en voz alta.
Estaba a punto de llegar al orgasmo y de repente él frenó y sacó sus dedos.
Él la desató de la cruz y le dijo.
-Desnúdate y ponte de rodillas en el centro de la habitación-
-Sí, amo-
Ella se quitó el body y lo dejó sobre la moqueta. Se dirigió hacia el centro de la habitación y se arrodilló.
Él mientras se habia acercado a un cajón para sacar una cuerda.
- Pon tus brazos pegados al cuerpo-
¿Así?- Preguntó mientras se colocaba.
Él sin contestar comenzó a rodear con la cuerda su torso apretando contra él los brazos dejándolos inmóviles.
Él comenzó a quitarse la ropa quedándose completamente desnudo.
Agarro su pene y lo introdujo en la boca de ella.
Empezó a empujar la cabeza de ella mientras agarraba su pelo con ambas manos contra él.
Ella empezó a atragantarse pero el no paraba de penetrar hasta el fondo su boca.
Cuando estaba a punto de eyacular sacó su pene de su boca y con la mano terminó en su pecho.
Le quitó la cuerda.
-Límpiate y súbete al potro-
Ella se limpió y se acercó al potro.
-Ponte a 4 patas-
Ella colocó una pierna a cada lado del potro y en la parte alta dejó apoyar su cuerpo.
Él agarró con grilletes las manos de ella y se colocó detrás.
Introdujo su pene en la vagina y empezó a mover su cadera hacia delante y atrás con violencia.
En el proceso el agarró su pelo y comenzó a azotar las nalgas de ella hasta dejarle la mano marcada.
Ella entre suspiros preguntó.
-¿Puedo correrme?-
Él pegó un tirón fortísimo de su pelo y le dijo.
-Hazlo y que te escuchen los vecinos-
Ella comenzó a gritar mientras él acompañaba sus movimientos apretando su cintura.
Estaba dándole tan duro que el potro empezó a moverse.
Los gritos de ella tan fuertes expresaban ls ganas que tenía de terminar y por fin llegó.
Los gritos y gemidos tapaban el sonido de los azotes.
Él también empezó a gemir y pudo terminar.
La desató del potro.
-Vístete y vete-
-Por supuesto amo-
Ella se vistió y salió de la habitación mientras él se quedó recogiendo y limpiando todo.

Historias de una noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora