Capítulo 8

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Severus procuraba que su canasta repleta de peces no callera al suelo, Regulus le había pedido que llevara los suyos para poder ocultarse de James antes de que llegaran de mar abierto y, ahora, la cesta pesaba mucho para sus delgados brazos.

Aquella mañana, el pueblo, se encontraba demasiado activo ocupando todos los pasos entre las cabañas y almacenes. Severus se sintió a gusto, aquella escena le recordaba a su hogar.

Accedió al pequeño almacén y le tendió a Chang la enorme cesta. La omega le miró con odio. Severus no había tardado mucho en enterarse que la joven había pasado su vida detrás de Sirius y que, ahora que él era su pareja, lo veía como un contrincante. La pelinegra le tendió la cesta vacía y, sin mediar palabra, le echo del lugar.

El omega bufo y regreso por el concurrido camino, tenía tiempo libre e iba a aprovecharlo para practicar sus capacidades de nado. Un dulce olor a candela y manzanas llamo su atención. Con rapidez tiro la cesta a un lado y comenzó a correr, podía reconocer aquella esencia en cualquier parte, Lily había entrado en celo.

Con cierto cuidado se cerco al puerto, aquella zona era la más inestable y un paso en falso haría que callera al mar, pero no podía esperar, Lily había ido a ayudar con las capturas y en esos momentos estaría rodeada de alfas.

-¡Lily!-grito cuando percibió la cabellera roja-¡Lily!

-¿A dónde vas cariño?- le freno Sirius mientras le cogía en brazos- ¿No piensas saludarme?

Severus miro cabreado a su pareja, todavía no le había perdonado que evitará que protegiera a Regulus y, sin duda, no iba a permitir que ocurriera lo mismo con su amiga.

-Suéltame- gruñó- tengo que ayudarla.

-La tiene que ayudar su pareja- contesto el castaño mientras le inmovilizaba- solo observa y disfruta.

El pelinegro no tuvo más remedio que ver. Lily se encontraba de rodilla frente a una alfa de pelo rubio y mirada pícara, sus manos estaban fijadas en las piernas desnudas de la joven y su boca estaba pegada al húmedo coño. Severus se sonrojo, no quería ver a su amiga en aquella situación. Sabía que Lily estaba perdida en los principios del celo, solo quería que su alfa la consolará y, si para ello tendría que arrodillarse y masturbarla con público, lo haría. La pelirroja deslizó sus labios por los pliegues de la alfa, succionando lentamente.

-No despegues la mirada- le susurró Sirius mientras agarraba su cara.

Severus hizo caso omiso a las palabras de su alfa, en cambio se sorprendió con la anatomía de la mujer. De su vagina había emergido un pene, no muy grande, pero lo suficiente para que Lily no pudiera abarcarlo con su boca.

El olor en el aire se hizo todavía más intenso. 

A su alrededor los alfas habían sucumbido al placer y atrapaban a los pocos omegas que había alrededor, huyendo con ellos o simplemente comenzando a toquitearlos allí mismo. Severus agradeció estar marcado y por un alfa tan poderoso.

-Sácame de aquí- le pidió a Sirius- por favor.

-No mi dulzura- se negó mientras comenzaba a tocarlo bajo la falda- debes acostumbrarte a nuestra cultura, para nosotros, el sexo, no es tabú.

Severus sintió como los dedos del alfa se introducían en su interior lentamente hasta que la humedad inundó sus dígitos. Con cuidad deslizó a un lado la prenda e introdujo su pene. El omega gimió de placer. El bombeo de la polla del alfa fue lento y cuidadoso, queriendo que Severus lo sintiera por completo; su boca se había centrado en su cuello y sus manos acariciaban con cariño sus pezones.  El pelinegro se corrió manchando la suave prenda. 

-Buen chico- felicitó- ve a cambiarte, todavía hay mucho trabajo que hacer. 

El omega calló de rodillas al suelo, su respiración estaba acelerada y el calor de su cuerpo le estaba sofocando. A su alrededor no quedaban más que parejas felices o finalizando la acción, la vergüenza le inundo, Sirius lo había follado delante de todos como forma de poder pues, el alfa, ni siquiera se había corrido. Con cuidado se dirigió al muelle y bajo las escaleras hasta las frías aguas, procurando no soltarse del peldaño, se introdujo en el mar, refrescando su mente y disminuyendo su calor. 

Braceo torpemente alejándose de la zona hasta que sus pies tocaron el suelo, Severus prefirió mantenerse allí antes que volver y ayudar con las capturas, en aquel momento no podía mirar a nadie a la cara. 

-Eres el omega bonito- interrumpió una voz a sus espaldas.

El pelinegro se giro y observó al pequeño que se dirigía con elegantes brazadas hasta él, Severus extendió los brazos y atrapo al cachorro dejándolo descansar. Era el infante hijo del alfa líder. 

-Hola pequeño- saludo- ¿qué haces aquí?

-Es donde aprendemos a nadar- comenzó- ¿has venido a aprender a nadar?

-No-le sonrió con cariño- solo tenía mucho calor y quería refrescarme.

-Mamá también hace lo mismo- el pequeño volvió a patalear alejándose unos centímetros pero sin soltarse de sus manos- dice que el mar y yo somos lo único bonito de su vida, ¿qué quiere decir? yo creo que papá también es bonito.

Severus se quedó en silencio disfrutando de ver al joven nadar, no podía explicarle al infante la verdadera situación, que su madre no era más que un esclavo de una tribu de salvajes cachondos.

-Creo que se refiere a que lo que más le gusta hacer es verte nadar- decidió decir- lo haces muy bien.

-Gracias- le sonrió con verdadera felicidad- tú también lo estas haciendo muy bien.

-¿En serio? Muchas gracias.

El pelinegro disfrutó del suave aleteo del pequeño en el agua, el cachorro era encantador. Cuando la tarde comenzó a caer y el pequeño empezó a tener hambre, el omega de mirada triste apareció en busca de su cachorro. El pelinegro observó al omega mayor, su mirada cambio a una de felicidad cuando el cachorro nado con rapidez hacia él y trepo hasta el muelle para saltar en sus brazos. Su mano agarró con cuidado su cuello, en el momento que su marca curara le pondría un collar de esclavo como a aquel omega.

La risa del cachorro les distrajo, era encantador, como Regulus.

Severus paro de golpe sus pensamientos mientras el miedo comenzaba a inundarle. Severus estaba mimoso, demasiado, teniendo en cuenta su situación; quería constantemente cuidar de Regulus a pesar de conocerlo de hace tan poco  y, en su cabaña, había creado un amplio nido que ocupaba toda la cama.

 Severus estaba embarazado.

Salvaje (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora