Capítulo 11

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Severus  no tardo mucho en entender porque Lucius insistía en que no estaba embarazado, no era por él, sino por lo que un embarazo, en esa época del año, implicaba a los otros omegas.

-Es el primer embarazo de la primavera- suspiró Barty mientras intentaba que el enorme saco no se callera de su hombro.

El pelinegro asintió levemente, al contrario que los demás su pareja no le había contado acerca de aquella extraña tradición y ahora no sabía cómo reaccionar. Su mirada se dirigió a su amigo, Barty era de los pocos alfas que se había quedado en el pueblo y el primero de su tribu en portar el collar de esclavitud.

-Este sitio es enfermizo- puntualizó sin despegar sus ojos del muñón apenas curado- lo que nos hacen hacer, como nos tratan- suspiró levemente- lo odio.

Barty le miró con cariño.

-Al menos tu alfa tardará en llegar- le intento animar- no creo que sea tan fácil conseguir a ese omega, en cambio yo-  Barty tembló- por todos los dioses como no consiga preñarlo me puedo ir olvidando de mi otro brazo.

-Pero es que no tiene sentido- continuo desproticando- que uno este embarazado no implica que todos los demás tengan que estarlo.

-Aqui sí. No se que mierda de poder o algo así...

-Prosperidad-interrumpio Regulus mientras los alcanzaba, en sus brazos una cesta idéntica a la de Severus pero con más peces- vuestra conversación se escucha por todo el almacén y no le está haciendo gracia a los otros omegas.

-Y a nosotros no nos hace gracia que nos esclavicen- se unió Lucius- pero no siempre se consigue lo que uno quiere.

Severus se sonrojo levemente ante la presencia del rubio y asintió ante sus palabras.

-Solo digo que para insultar las tradiciones de una tribu no lo hagáis rodeados de miembros de ella.

-Es que es imposible no hacerlo- Severus gruñó levemente- estamos rodeados las 24 horas del día de vosotros.

-Nunca se te ha dado bien socializar, ¿verdad?

Severus boqueo levemente en busca de una contestación, adoraba a Regulus pero cuando defendía su tribu era imposible hablar con él.

-Mejor dejemos el tema y terminemos esto- interrumpió Lucius- solo quiero meterme en mi nido y descansar antes de que esos gilipollas lleguen.

El rubio no espero a que el pequeño de los Blacks terminará y arrastro a Severus hasta el mostrador donde Cho Chang recogió sus pedidos.

- El primer embarazo de la primavera ha ocurrido- comento la joven con voz inocente- seguro que Sirius quiere quedar entre los diez primeros aunque, contigo como pareja, lo veo complicado- la chica escaneo su cuerpo lentamente- estás demasiado débil y delgado para cargar un cachorro.

-Cierra la boca- gruño Barty- no tienes ni puta idea de que nos gusta a los alfas.

-No digo que no le guste, por supuesto tuvo que ver algo en el para marcarlo- su mirada se tiño de asco- solo digo que no sirves para darles hijos a nadie.

-Aunque no te lo creas- gruñó Lucius mientras agarraba al pelinegro- no todo en la vida es abrir las piernas para que te preñen.

Severus se dejó arrastrar fuera del almacén hasta su pequeña choza donde pudo esconderse en el nido, aquel nido ampliado, mientras procuraba ocultar sus lágrimas, le habían dolido demasiado aquellas palabras.

-No la escuches- gruñó el omega mientras agarraba su cara con ternura y besaba sus labios- esa zorra solo tiene envidia de ti Sev, no dejes que te duela lo que diga.

El pelinegro asintió sin convencimiento y busco la boca del que hasta hace poco había sido su amigo. Con cuidado fue recostado sobre el montón de telas con los cuatros olores mezclados, dos omegas y dos alfas, y se dejó desnudar lentamente. Los miembros de ambos omegas se enredaron en un dulce bailar repleto de amor y cariño.

-Todavia no me creo que por fin te tenga así- le susurró Lucius sin dejar de bombear ambos penes.

-Lucius- gimió- Lucius, Lucius...

-Encantadora estampa- interrumpió una voz gruesa y cargada de lujuria- ¿No lo crees Remus?

-Demasiado- contesto el alfa extasiado- sin duda el mejor recibimiento.

Severus gimió de placer, su alfa había llegado y podría unirse a ellos. Lucius a su lado intento reprimir la misma reacción.

-Me encantaría unirme- afirmó Sirius mientras cariciaba con cariño el pelo del joven- pero tengo algunas heridas que hay que curar.

El pelinegro gimió lastimeramente y se acostó en el pecho del omega, en aquellos momentos, tras tanto tiempo sin sentir el aroma de su alfa, se sentía extasiado, perdido en el placer otorgado por Lucius y la felicidad de ver a Sirius.

- Tranquilo- susurró Remus con la misma ternura- en cuanto volvamos nos aseguraremos de complaceros, además, tenemos que preñaros cuanto antes si queremos ascender.

-¿Ya te has enterado?- gruñó Lucius sin alejarse del cuerpo del alfa.

-Diggory nos ha recibido entre gritos- Sirius acarició con pereza el pene de ambos omegas- sinceramente, no me extraña, desde que tiene al rubio no ha salido de su casa.

-Alfa-suplico Severus.

El moreno ajusto el vendaje improvisado en su abdomen y se sentó en el nido, apartado de la pareja.

-Puedo veros si lo prefieres.

Los omegas asintieron lentamente y permitieron que sus cuerpos se volvieran a juntar bajo la atenta mirada de los malheridos alfas.

-Creo que tenemos que controlarlos más- afirmó Remus sin despegar la mirada de los jóvenes- Lucius no le pone tanto empeño cuando está conmigo.

-Dejemoslos- contesto- hasta que se hayan acostumbrado a estar aquí, cuando sean unos verdaderos Lauts veremos qué hacer, quién sabe, quizás pueda hasta acostumbrarme a esto.

El de cicatrices miro como ambos alfas se corrían entre manoseos, besos y gemidos y aprecio, no solo la belleza de su rubio, sino la de aquel exótico pelinegro de mejillas sonrojadas y piel tan pálida que con un simple toque sabía donde había tocado su omega.

-Tienes razón, podría acostumbrarme- con cuidado se levantó y, tras besar al rubio, se dirigió a la salida seguido de su amigo y hermano- pero a Lucius solo lo puedo preñar yo.

-No tenía pensado otra cosa- rio con una sonrisa.

Salvaje (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora