Capítulo 12

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Severus observó al pelirrojo que se mantenía sobre las piernas del enorme alfa. Sus manos se encontraban fuertemente atadas con una cuerda que conectaba con el cuello y sus piernas se encontraban agarradas por las ásperas manos del joven que buscaba que su pene no saliera de su interior.

-No se está adaptando muy bien- dijo Sirius mientras le acercaba un trozo de pescado- es demasiado agresivo y con tantos embarazos hay que tenerlo controlado.

-Es excesivo.

-Es preventivo- aseguró.

-¿Cómo los collares de esclavos?

-No quiero hablar de eso, no otra vez- gruño- debes aceptar tu posición. Eres mi pareja pero eso no te da derechos...

-Tenia derechos antes de que destruyeras mi hogar- protesto.

-Severus- llamo provocando un leve temblor en el joven- no me provoques.

-No se me ocurriría, alfa.

Sirius bufó. Con sus manos agarró las caderas del joven y comenzó a bombear su polla lentamente en el interior. El omega sollozo de vergüenza, le estaban castigando. Su alfa sabia que odiaba el sexo público, odiaba que otro que no fuera él o Lucius le mirara mientras gemía y lloraba de placer. Los ojos no tardaron en fijarse en ellos presas de la curiosidad por los gemidos.

-No me gusta castigarte- gimió- joder odio que te vean así, suficiente tengo con compartirte con el maldito rubio, pero tienes que aprender Sev- sus movimientos se volvieron cada vez más repetitivos y bruscos, sin un instante de descanso- olvida lo que fuiste y céntrate en lo que eres ahora.

-No quiero ser un esclavo- hablo con dificultad por culpa del placer en el que le habían sumido- no quiero, no quiero, no...- sus protesta desaparecieron cuando el orgasmo llegó.

-Se que no es lo mejor- afirmó Sirius mientras recostaba su cuerpo en su pecho- pero serás feliz sobre todo cuando estés lleno de mis cachorros.

Severus mantuvo los ojos cerrados buscando recuperar el aire y negándose a contestar, no merecía la pena volver a enfadarlo. Con cansancio abrió los ojos conectando, sin quererlo, con la mirada oscura del pelirrojo omega, una mirada que le transmitió rabia, placer y promesas que no quería volver a pensar.

-Severus- llamo Lucius con cariño mientras acariciaba su pelo- vamos al nido.

-No podemos- protesto en susurros, su voz apenas salía de la garganta- no ha terminado la fiesta.

-Tenéis permiso- afirmó Sirius.

El omega se levantó con cuidado dejándose guiar por Lucius lejos de la multitud, tras ellos Regulus se había puesto en movimiento permitiendo a un agotado James descansar tras un largo día de pesca.

-Severus- llamo el alfa- ni se te ocurra limpiarte el semen, quiero olerme en ti cuando vaya a la cama.

El joven asintió levemente mientras en su cabeza solo pensaba en su cómodo nido y los cálidos brazos de Lucius e, incluso, el dulce olor de Regulus.

-Mi hermano es un cabrón con los castigos- afirmó el joven mientras se tumbaba en medio de los dos omegas- ¿por qué coño se ha enfadado tanto?

-No quiero ser esclavo.

-Tema delicado- afirmó el pelinegro- mi hermano es muy cuadriculado con las leyes y tradiciones. Tener un omega como tú es demasiado problema para él y sus creencias.

-¿Entonces por qué me marco?- gruñó enfadado.

-¿Hormonas? ¿Calentón?- divago- sinceramente, no lo sé, pero lo que si te puedo asegurar es que le gustas y mucho sino no permitiría que te acotaras con Luci.

-No me llames así- protesto el rubio mientras se tapaba con la manta- y cerrar la puta boca que tengo sueño y Severus está mal, a dormir todo el mundo. Ya.

Regulus hizo un pequeño puchero y se acurrucó en el pecho del pelinegro permitiendo que, con su olor y el calor del rubio, Severus, pudiera descansar.



Sirius y Remus observaron los tres cuerpos acurrucados en el enorme nido.

-Cuando tengamos cachorros podremos disfrutar de esta imagen siempre- se alegró el de cicatrices- dos omegas y su cría, nuestra cría. Tiemblo de placer con solo pensarlo.

-No me hace mucha gracia pensar en Regulus como mi cachorro- sus labios se torcieron en una mueca- Y no me hace gracia el nuevo, lleva solo tres días aquí y ya lo han tenido que restringir- Sirius cogió con cuidado a su hermano entre brazos- Voy a llevarlo a su cabaña, vuelvo enseguida. 

-Sin problema y no te preocupes Nott se encargara de ese pelirrojo- Con cuidado se tumbo en el hueco libre que anteriormente había ocupado el omega- nuestros omegas están a salvo, deja de ser tan preocupón.

-Dejare de serlo cuando mi omega no piense en huir cada dos por tres- el cuerpo en sus brazos se removió incómodo, como si supiera de que hablaba su hermano y no le gustara- o cuando de a luz a mi hijo y pueda ponerle el collar de esclavo.

-Las constantes feromonas que emiten no lo frenaran si quiere irse.

-Si lo hará- afirmo serio- es como una droga, se vuelven adictos, sino fuera así Dumbledore se habría ido hace mucho de aquí. 

Remus rio levemente, lo suficientemente bajo como para no despertar a nadie, y se incorporó sobre sus codos. 

-Te has encariñado mucho con un omega que no te gusta ¿no?- se burlo- o acaso no recuerdas que cuando lo viste te produjo, ¿cómo lo llamaste?- fingió pensar- ¿repulsión?

-Eso fue hasta que lo vi gemir sobre mi polla.

Con ira, Sirius, dejó la cabaña, tendría que empezar a reconsiderar que su amigo volviera a su hogar sin importar lo que Severus se quejara. Remus espero en silencio hasta que sus pasos dejaron de sonar.

-¿Algo que decir?- Lucius abrió los ojos lentamente ante la pregunta y buscó con su mano el cuerpo de su compañero omega asegurándose de que permanecía dormido- eres igual de sobreprotector con ese omega que Sirius, al final acabaré poniéndome celoso. 

-Me prometiste que si te daba un cachorro me dejarías libre- dijo tener en cuenta su amenaza.

-Y mi palabra sigue en pie- afirmo- aunque no negare que tengo la esperanza de que te encariñes del cachorro y te quedes- Lucius toco su vientre con cierto asco- ¿Cuándo piensas decirle que estas embarazado?

-No quiero darle más importancia de la que tiene.

-Qué dulce madre- se burlo.

Lucius frunció los labios y volvió a cerrar los ojos, era absurdo continuar con aquella conversación. Remus había sabido desde un principio que no quería aquello, que no querías ser denigrado como él lo denigraba y que no quería parir a su cría, no por el niño, sino por la idea de que se pareciera a aquel alfa le aterraba. Los brazos del de cicatrices cubrieron su cintura  y comenzaron a acariciar su, todavía, plano vientre. 

-Solo espero que se parezca a ti- le susurro.

-Y yo que no sea omega- finalizo. 

Salvaje (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora