Extra

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La brisa acariciaba mi rostro de una manera que hacía tranquilizarme un poco, pero no lo suficiente como para dejar de pensar en aquello.

Acaricie la mano que tomaba la mía y lo miré, acto seguido él me miró y me sonrió.

—Todo estará bien, Jo—Estamos juntos, estoy contigo y no permitiré que nada te suceda a ti y a nuestros hijos.

—Lo sé, Laurie—dije, para después darle un beso en los labios. —Me pone de mejor humor saber que esto es por ellos, por su bien.

Laurie asintió y me dedicó una sonrisa.

—Escocia es bastante bueno para nosotros pero sin duda Mayfair es mejor para ellos. El ambiente les ayudará mucho a desarrollarse como tú y como yo.

—Claro eso lo sé. Pero me aterra saber que estarán en una sociedad que no ha progresado y puede que los critiquen simplemente por ser ellos mismos. Y sé que tenemos bastante el respeto de la sociedad por nuestro título pero aún así no quiero exponerlos a tal cosa, menos sabiendo que todos ahí conocen mi pasado.

—Me encargaré de hacerles saber que con mi familia nadie se puede meter, así que no te preocupes por nada de eso, ¿está bien, mi bonita?

Yo sonreí y asentí para después recibir un beso suyo.

Me esperaba mucho ahí, pero sabía que todo podía enfrentarlo si tenía a Laurie y a mis hijos conmigo.

( ᯽ )

Pasó el tiempo y pude notar en la ventana del carruaje que ya habíamos llegado. Habíamos regresado a tal lugar del que huí hace tantos años.

Sentí la mano de Laurie tomar la mía fuertemente en señal de que todo estaría bien.

Pasamos el campo y supe que estábamos cerca de Montgommery House.

Las calles lucían igual que antes, únicamente se veían  con uno que otro arreglo, pero lucían como antes.

Reconocí Merity House y por obvias razones reconocí la casa de en medio; era mi casa o más bien mi antigua casa.

El carruaje se detuvo y dirigí una última vista a la ventana dándome cuenta que mi familia ya nos esperaba.

Alexander se despertó debido al bullicio de afuera y miró todo a su alrededor.

—¿Hemos llegado?

—Si, cielo.

Alexander se encargo de despertar a sus hermanos. La única que se encontraba despierta era Feline.

Todos bajamos del carruaje con ayuda de Laurie y fuimos recibidos por mi familia.

—¡Queridos! —gritó mi mamá emocionada.

—¡Abuelita! —exclamó Alexander corriendo a sus brazos y Anneliese a los de mi padre.

Juliette se acercó a nosotros y nos saludo para después cargar en sus brazos a Feline a la cual lleno de besos.

Mildred saludó a todos y entregó a Louis a los brazos de mi papá el cuál también tenía a Anneliese.

Mientras que Laurie llevaba en brazos a la pequeña Marianne.

A mi madre se le llenaron los ojos de lágrimas cuando soltó a Alexander para abrazarme.

—Ya están en casa.

Yo asentí y le dedique una sonrisa para después abrazar a mi papá, aunque era algo difícil teniendo en cuenta que tenía a dos de mis hijos en brazos.

The Other Woman | Benedict Bridgerton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora