"¿Nos volveremos a ver?" Preguntó Miguel Ángel, esperanzado de que su respuesta fuera si.
"Cada que quieras verme, ve a la pista" Le respondió.
Eso motivó a Miguel Ángel, quería verla hasta que pudiera descubrir cada pequeño detalle de ella.
Dos...
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Estabas algo nerviosa, no ibas a mentir, habías visto como jugaba Cara de pez cuando se trataba de las carreras, y jugaba muy sucio. Era un tramposo que podría solo lanzarte de tu patineta y decir que simplemente quisiste hacerlo. Podría romper tu patineta y simplemente fingir demencia, o fácilmente podría matarte y justificarse porque Cara de pez es un tipo malo que haría cualquier cosa para ganar.
Así que si, estabas demasiado nerviosa.
Lo peor de todo es que aún no llegaba Miguel Ángel, y realmente querías tenerlo a tu lado en esos momentos. Mondo te había dado su apoyo moral y a cada tanto gritaba tu nombre mientras te echaba barras, agradecías enormemente su apoyo, pero necesitabas ver el rostro de tu amigo para sentirte más segura. Necesitabas del apoyo de Miguel Ángel, de su sonrisa confiada y de sus ojos brillantes que te guiaban en cada momento desde que lo conociste.
Puedes ver como ya Cara de pez se pone a tu lado en la rampa antes de empezar. Lentamente caminste hasta estar en la orilla, a un solo impulso de saltar. Acomodaste tus rodilleras y tu casco. Cara de pez sonrió con malicia.
Buscaste en la multitud a Miguel Ángel. Aún así, no lo encontraste.
Bueno, entonces tendrías que ser solo tú.
Dejas que el aire retenido salga antes de mirar el túnel, debes ser rápida y muy flexible a la hora de andar por esos lugares. Pero ya lo tenías controlado, lo habías practicado. Sabía cada secreto de esos túneles y sabías que hacer para no caer incluso si el camino se acababa.
Okey, podrías.
La luz parpadea.
Está en verde.
Te hubiera gustado haber tenido a Miguel Ángel allí contigo.
La otra luz se enciende en verde.
Tal vez podría darte algún consejo.
Oh ¿Por qué tenías tanta urgencia de verlo?
Otra luz más.
Tal vez sería genial que él te hubiera dicho que eres increíble. Cuando él te lo dice, te sientes tan feliz que tu corazón late desenfrenado. Casi imposible de controlar tus mejillas rojas y tu boba sonrisa.
Y rojo...
Entonces lo ves por un mili segundo. Allí estaba él. Algo agitado, pero alcanzó a observarte.
—¡Tu puedes, preciosa! –
Oh, claro que podrías.
⊹⊹
La carrera había sido agitada, demasiado cansada. Aún ibas a toda velocidad, con Cara de pez casi arrollandote con su patineta.
Podías oír el fuerte rugido de él. Cómo intentaba acabarte.
Te das más impulso, viendo ya casi al final el túnel la tenue luz que te indicaba que allí estaría la meta. No te detuviste, te impulsaste aún más.
