Osiris 1/2

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y aquí empezamos señores (y arriba Osiris moderno)

Dejar a Anubis en su primer día no fue tan difícil como creyó al principio.

Su hijo se había adaptado bien al nuevo cambio de aula, de maestro e incluso de zona del establecimiento escolar, y ni bien un niño lo invitó a jugar, se olvidó por completo de su existencia.

Por un lado estaba bien porque no sabría cómo iba a lidiar con un niño en pleno berrinche cuando necesitaba irse al trabajo rápidamente, pero por el otro se sintió un tanto estafado.

¿No debería haberse quedado pegado a él en todo momento? ¿Un poquito asustado al menos? ¿O, por lo menos, no haber puesto esa cara de pesar cuando tuvo que levantarse de su lugar a despedirse, interrumpiendo así una charla infantil? No, bueno, se sintió muy amado por su hijo, y para nada triste.

PARA NADA.

No importa lo que dijera ese pajarraco que exigió fotos del primer día que solo mandó por compromiso, obviamente.

—Ya se lo que estás pensando, te sigue queriendo, solo que hoy estaba por demás emocionado. —Soltó un gruñido que seguramente se oyó a través del teléfono. —Oh señor gruñón, está creciendo, son cosas que pasan.

—Se supone que eso pasa una vez tienen diez años, quizás un poco más. No ahora que solo tiene seis. —Ahora estaba haciendo un puchero a la par que bajaba del auto para poder entrar por las puertas de Atem.Corp. —Mira pajarraco, guarda bien esas fotos. En la noche Anubis te llamará para decirte como fue el día, finge sorpresa. —Ordenó, colgando. Después de todo, él ya le había contado sobre todo lo que hizo y dijo su hijo durante el trayecto, llegada y antes de su partida.

—¿El cachorrito empezaba clases hoy, no? —¿Por qué? ¿Por qué de todas las personas con las que podía encontrarse ni bien entrar, tenía que ser justo Cyus Olimpo? ¿Por qué? Maldito alfa que nunca le dejaba en paz. —Sabes, nunca has dicho su nombre. La oficina ya estaba preparada para consolarte por la llegada a una etapa del perrito, sin embargo en el pastel quedaba feo poner eso, ¿entonces cuál es...?—Tomó el pancake que la bonita recepcionista le ofreció y se lo lanzó en la cara.

—Vuelve a tu puesto de trabajo, idiota. —Marcando un poco el territorio con su aroma, se retiró hacia su propia oficina, listo para empezar un día estresante que acabaría una hora antes de tener que recoger a Anubis de la primaria.

Aunque ahora se preguntaba si su hijo estaría feliz de verle o, por el contrario, estaría completamente infeliz de abandonar el establecimiento. Sabía de niños que pataleaban por no irse y otros que rogaban marcharse...

¿A qué grupo pertenecería su cachorro?

¡Argh!

Si esto era así ahora – que Anubis apenas y tenía los seis años – no quería imaginar cómo sería una vez que su niño fuera un pre adolescente hormonal mandón que le exigiría dejarlo cuadras antes de la entrada solo para verse "genial" para otro grupito hormonal que seguramente estaría conformado por sus amigos.

Lo que le llevaba a pensar sobre la cuestión de castas.

Si Anubis resultara alfa, las cosas serían bastante sencillas porque él mismo era un alfa. ¿Habría más peleas? Sí, pero mínimamente sabría cómo actuar ante los celos y los cambios que vendrían ante la llegada de la pubertad. Ahora, si Anubis resultara omega...las cosas iban a ser difíciles, muy difíciles.

Especialmente porque no sabía nada más que lo básico sobre sus celos y no tenía conocidos omegas más allá de Sobek, mas le daría bastante vergüenza tener que recurrir a él...aunque, de ser necesario, siempre podía ser un contacto de emergencia.

❤️ ¡Papá Seth!❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora