❤️ ¡Papá Seth!❤️

La última carta 1/2

holis :D

Se encontraba sentado en el columpio de la residencia Atem, sin balancearse, simplemente sentado totalmente quieto como una pequeña estatua, observando sus pies.

Desde que su papá lo había dejado con la señora Nut y el señor Geb, no se había sentido feliz. Había algo dentro de su pecho que le provocaba unas intensas ansias de llorar constantemente, además de sentir un hueco en lo profundo de sí que no podía llenar sin importar cuanta comida y juguetes le diera la mujer que se hacía llamar su abuela.

Era extraño tener una abuela y un abuelo salidos de la completa nada. Estaba totalmente consciente de que debería estar contento por ello – todo el mundo estaba dichoso de tener a sus abuelos – sin embargo la tristeza en su corazón no le permitía tal dicha.

Además de que...no estaba cómodo allí.

La señora Nut era amable, mas siempre le compraba cosas que no pedía ni le gustaban a la vez que lo llevaba a muchas reuniones que solo lo cansaban porque ningún niño allí quería pasar tiempo con él. El señor Geb era serio – Mucho. Tanto que no le daba confianza para ir hacia él cuando, en las madrugadas, no podía dormir debido a los malos sueños – y alto, lo suficiente para hacerlo intimidante y si bien intentaba hablar con él, la mayoría del tiempo estaba ocupado, por lo que era un esfuerzo inútil intentar decirle que se quería ir.

No es que alguien le escuchara.

La única vez que les dijo que quería irse, la esposa del señor Atem le regañó diciendo que debía quedarse con ellos y que ya no debía llorar, porque era un niño grande.

Eso solo le dio más deseos de llorar.

Como ahora.

Se frotó furiosamente la carita en un intento de parar las gotas saladas que empezaban a caer por sus mejillas. Él era un nene grande y los nenes grandes no lloraban por tonterías, especialmente no por un regaño porque a todo el mundo se le regañaba y nadie nunca lloraba por eso.

—¿Anubis, por qué lloras? —Casi se cae del columpio cuando notó un par de zapatos que, definitivamente, no eran los del señor Atem. Con miedo levantó la cabeza solo para notar unos ojos negros –iguales a los suyos – viéndole con dulzura. —Cuidado, Anni—Fue regañado con suavidad, casi con cariño por una voz clara.

¿Quién era esa persona?

Poseía una bonita piel de tono canela que se veía lisa y suave, sin esas llamadas arrugas por las cuales la señora que era su abuela refunfuñaba a diario. Su cabello oscuro –tanto como el suyo – apenas le llegaba más allá de las orejas –al igual que el suyo propio – y su sonrisa era relajada, pequeña y divertida.

El rostro no le sonaba de nada y seguramente hizo ese gesto suyo de ladear la cabeza, porque el hombre se rió.

—Realmente eres adorable, como Seth, —Su cabeza fue acariciada de un modo tan relajante que no se hizo a un lado a pesar de saber que no debía quedarse cerca de adultos desconocidos. —Seguro no sabes quién soy ¿no? —Negó con su cabecita, incapaz de recordar. —Mi nombre es Osiris y soy tu papá omega.

—¡¿Papá Omega?! —Dio un saltito ante esa información, no habiendo nunca esperado algo como eso.

Por supuesto que sabía que todos tenían una mamá o un papá omega, era la norma. Puede que esa persona no estuviera allí por cualquier razón, pero siempre debía haber dos personas para poder formar un bebé. Así uno entregaba el óvulo y el otro la semilla.

(Aunque aún nadie le explicaba cómo es que papá le daba su semillita a mamá. Todos le decían que sabría cuando fuera más grande, mas eso siempre significaba que el adulto no sabía cómo explicarse.)