❤️ ¡Papá Seth!❤️

Final

Y finalmente llegamos aquí :D nunca pensé llegar tan lejos con un fic lineal asi de largo
Advertencia: se habla de drogas en un menor

Clonazepam.

Clonazepam era lo que ese bastardo le había dado a su pequeño hijo para que se mantuviera dormido pasase lo que pasase.

Clonazepam, un medicamento que solo se usaba en casos de convulsiones y de graves ataques de pánico pero que no era lo que le habían recetado a su hijo – y aun quería saber que tanto sufrió su pequeño como para que un psiquiatra tuviera que darle pequeñas dosis de antidepresivos – mucho menos en la dosis que el hijo de puta usó.

El problema era que, si bien el medicamento dormía ciertas zonas del cerebro, también relajaba todos los músculos del cuerpo. En el caso de Anubis, que se le suministró el doble de lo necesario, esa relajación fue al extremo, comprometiendo el área de deglución y respiración.

En otras palabras, su hijo se estaba ahogando.

Nunca sintió tanto miedo como cuando los paramédicos le quitaron a su niño de los brazos para poder subirlo a una ambulancia o cuando debieron hacer respiración asistida porque Anubis simplemente no podía respirar con normalidad. El pánico lo llenó mientras los doctores pinchaban sus bracitos para averiguar cuál era la droga que corría por el sistema sanguíneo de su hijo mientras este seguía intubado. El estrés aumentó con cada segundo que pasaba sin respuesta, con solo el consejo de "sea fuerte, lo superará" de una enfermera que le provocó deseos de mandarla a la mierda.

¡¿Qué fuera fuerte?! ¡Su hijo estaba internado de emergencias porque el loco ese lo drogó solo para que no le molestara! ¡Un niño! ¡Su niño!

Se calmó solo cuando entendió que de hacer eso, podría llamar a seguridad y él no podía irse, dejando a Anubis solo. Así que se quedó allí, sentado, esperando o bien noticias o, bien, un milagro.

Ambas cosas vinieron de manos de una doctora que finalmente le trajo el resultado de los análisis de sangre, asegurando que su hijo estaría bien una vez suministraran el medicamento contrario al clonazepam.

Dicho y hecho, en dos horas todo mejoró. Si bien Anubis seguía dormido, ya no fue necesaria la respiración asistida porque su cuerpo empezó a trabajar por su cuenta, sin ahogos ni ronquidos. Si no fuera por el lugar en el que estaban y el suero en la manita de su bebé, diría que simplemente dormía agotado.

Lo que también podría ser cierto, toda la mierda que habían vivido los últimos meses dejaban agotado a cualquiera.

―¿Está bien? ―Se giró cuando la voz de Nut Atem se escuchó en la pequeña habitación. ¡¿Qué demonios hacía ella aquí?! ―Me preocupé tanto cuando oí el parte policial. ¿Está bien?

Tragó su rabia cuando se dignó a responder.

―Sí y no gracias a su hijo. ―No pudo evitar decir. Y es que si Osiris nunca se hubiera metido en su camino o, simplemente, nunca hubiera sido un maníaco obsesionado, su cachorro no estaría pasándola horriblemente en un hospital. ―Lo drogó para que se estuviera quieto. Casi se ahoga y tuvo dificultades respiratorias. Recién ahora desconectaron el oxígeno. ¿Cree tener derecho a estar aquí? Fuera. ―ordenó. No quería volver a ver a un Atem ni en pintura.

―¡No puedes echarme! ¡También es mi nieto!

―¡Y una mierda! ¡¿Cómo demonios se les perdió tan fácilmente?! ¡Tienen miles de empleados y guardaespaldas cuidando la mansión en la que viven! ¡¿Nunca se dignaron a decirles que Osiris no podía entrar?! ¡¿O no les importó en favor de la imagen de familia perfecta?! ¡¿O eso querían?! ¡¿Ignorar la orden del juez para que Osiris pudiera verlo y formaran un vínculo contra mí?! ―estaba tan furioso, tan deseoso de sacar toda esa ira acumulada en los últimos cinco meses. ―No sé qué mierda querían, pero debo preguntar ¿por qué nunca le dijeron a la asistente social que Anubis ya no comía? ¿O que se le debieron recetar pastillas antidepresivas cuando solo tiene seis años? ¿Qué más estaban ocultando? Si hubieran visto por el bienestar de mi hijo, lo hubieran informado y se le hubiera reubicado con Thot y todo esto se hubiera evitado ―La señora Atem estaba roja y parecía a punto de explotar, mas no pudo importarle menos.