Capítulo 12

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KAGOME.

Habían pasado ya varios días desde que habia visto a Inuyasha de cerca. Después de ese día en el arroyo, los chicos y yo nos dimos cuenta que el había tomado su decisión. Iba a permanecer a lado de esa chica.
Si eso era lo que el quería, nosotros no eramos nadie para detenerlo. ¿Quienes eramos nosotros para impedirle el ser feliz junto a la mujer que ama?.

La situación había marcado un antes y un después, muy claro. Tanto que en el instituto se había extendido el rumor de que nuestra amistad se había roto porque decían que yo estaba celosa de su nueva relación. Algo que era totalmente falso. Me había dolido, claro estaba, pero no estaba celosa. Quería que el fuera feliz. La verdad esque se habían extendido bastantes rumores. Todos falsos a excepción de uno.

Inuyasha salía con una chica mayor.

Una con la cual muchas personas ya los había visto juntos, todos....menos yo.  Algo que mi corazón agradecía un poco. Todos los días lo pienso y lo pienso. De una y mil maneras.

Pienso en que no me rendí gracias a Sango y a los chicos, sin ellos a mi lado seguramente si me habría derrumbado. Yo estaba enamorada de Inuyasha y su repentino alejamiento habían generado un pequeño trauma con la soledad. Le temía a estar sola nuevamente.

Muchas cosas habían cambiado en pocos días. Miroku hablaba muy poco con el y cuando lo hacía terminaban discutiendo, por otro lado Koga había dejado en claro que no haría las pases con el, hasta que Inuyasha reconociera que estaba cometiendo un error y Sango lo detestaba al punto de hacer muecas cada vez que el se encontraba cerca.

A donde se había ido esa bonita amistad que teníamos. La extrañaba tanto. Desde ese día había empezado a soñar con que el regresaba con nosotros y los días volvían a ser como antes. Días entre juegos y bromas, las tardes de natación en su casa y las salidas los fines de semana al cine, al parque o simplemente en casa de alguno de nosotros pasando el rato.

Cada vez comenzaba a ver a Inuyasha más sólo. Antes de acercarnos tenía a muchas chicas rodeándolo, incluso aún cuando estábamos juntos, pero ahora. Era diferente, no había nadie a su alrededor y el parecía querer atravesar su móvil, de vez en cuando lo veía sonreír ante su pantalla, era algo que me dolía pero estaba aprendiendo a vivir con ello.
Inuyasha nunca fue para mi.

Había vuelto a lo de antes, admirarlo de lejos. Extrañaba las veces en que lo hacía y el me miraba de vuelta atrapandome en su sonrisa.
Algunas veces lo hacía esperando ese gesto de vuelta, pero el no apartaba la vista de su móvil.

Todo parecía volverse más normal cada día.

Kykyo parecía haber perdido el interés en molestarme desde que se entero que Inuyasha salía con una chica mayor y Naraku se había vuelto un poco molesto en cuestión a que no había un día donde no lo atrapará mirándome. Eso me incomodaba mucho, pero nunca se acerca a molestarme.

Habia tomado la decisión de volver a tocar el piano, se había vuelto mi escape de la realidad. Y los chicos parecían haber notado que tocaba como método de distracción. Me había vuelto una estudiante normal en el instituto, nadie me molestaba, ahora caminaba con más seguridad por los pasillos, aveces acompañada y aveces por otras cuestiones sola, pero ya no había vuelto a escuchar comentarios sobre mi físico.
Los jueves iba a mi consulta con mi psicóloga y pronto iría también a mi consulta de rutina.

Estaba un poco distraída pensando en lo que había pasado últimamente que casi no prestaba atención a la clase de Matemáticas. Sin poder evitarlo me recoste sobre mi escritorio y suspire para mi.
Mi móvil vibro en el bolsillo de mi falda, levante mi libro aparentando estar tomando atención y lo saque para revisarlo.

El peso del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora