Capítulo 3

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Martes.

Jodida Kykyo. Me tiene muerta de pánico cada que la vislumbro por algún pasillo. Trato lo más posible no encontrarme con ella, aunque es difícil por pertenecer ambas al mismo salón. Su mirada destella odio puro cada que me mira. Lo ha logrado, me tiene temblando ante la idea de llegar a quedarme a solas con ella. Me tiene en la mira, tal y como un cazador a su presa. Trato de mantener la cordura y aparento que su amenaza no me allá importado en absoluto, pero es difícil. Me sonríe de una manera tan macabra cada que puede, lo cual me pone aun más los pelos de punta.

La hora del almuerzo llega y apresuró mi salida del aula antes de toparme de frente con ella. Camino por los pasillos un poco más tranquila sabiendo que la he dejado en el salón. Recojo mi almuerzo y un libro de mi casillero y busco el mismo árbol de siempre. Se que ella nunca se pasa por los patios traseros así que supongo que puedo comer en paz. Cuando termino me pongo a leer para poder distraer mi mente. Quiero sentirme en paz pero no puedo, en mi cabeza suena un pitido para estar en alerta a los movimientos de Kykyo.

Consigo relajarme un poco, conforme avanzo en la lectura. Unas pisadas me distraen de la lectura pero el miedo a encontrarme con los gélidos ojos de Kykyo me impide mirar al frente. Los pasos se detienen y mi cuerpo se tensa.

.- Así que... creíste que no podría encontrarte.-  Zicea con maldad.- Que cobarde de tu parte pastelillo. - Comenta mientras se agacha a mi altura y se pone en cuclillas y se pone ambas manos en las mejillas en pose inocente.

.- ¿Pastelillo?.- Pregunto confusa.

.- Como sabes los pastelillos tienen grasa y una forma redonda.... como tu.- Me ofende.

.- Que necesitas Kykyo.- Siento como la adrenalina corre por todo mi cuerpo. Todo por el miedo que siento.

.- Ya te lo he dicho pastelillo... Alejate de Inuyasha. - Repite lo mismo de ayer.

.- Y yo ya te dije que no tengo nada que ver con el.- Debo alejarme antes de que intente algo.

.- Pobre pastelillo, estas tan sola. Todos te miran y te ignoran, eres como un excremento el cual todos evitan pisar por asco.- Su mirada divertida muestra cuanto placer le da el hacerme sentir mal.

Siento que el estómago se me revuelve y unas inmensas ganas de regresar el almuerzo me invaden. Llega la primera arcada y ella se levanta de un salto.

.- Me encanta ver como intentas hacerte la valiente pero. - Hace una pausa y me da la espalda.- Tu cuerpo delata cuanto miedo te da mi presencia.- Sus ojos marrones tiene un brillo profundo e intenso, juro que podría ver las llamas del infierno en su mirada. - Nos vemos pastelillo.- Dice y se aleja.

Suelto un suspiro que no sabía que había estado reteniendo. ¡Santo dios!. El recuerdo de su mirada despectiva me hace estremecer de miedo.  Estos serán unos días muy largos.

Miércoles.

Trato de olvidar la "conversación" que mantuvimos Kykyo y yo pero no puedo. Llego al instituto como de costumbre. Siempre siendo de las primeras y tomo asiento en mi lugar. El profesor aún no llega, lo sé porque su maletín no está en su escritorio. Tal vez se le ha hecho tarde. Sin nada que hacer saco mi libro y me pongo a leer.

Despues de un rato siento como arrebatan el libro de mis manos y rápido mi sentidos se ponen en alerta.

.- Hola pastelillo.- Saluda.

La ignoro e intento tomar mi libro de entre sus manos pero lo aleja.

.- Que basura estás leyendo, deberías hacer ejercicio en vez de sentarte a engordar más.- Dice divertida.

El peso del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora