Ven pt2

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(..........)

Nicole llega a las gradas, al dirigirse a su asiento, nota como un par de chicos se le quedan mirando y empiezan a hablar sobre ella.

—¿Qué esa no es la Nicole Wallace?

—La que está con él Gavi, joder la que se le va a armar, tío.

Trate de no tomarle importancia a esos comentarios, y hacer como si yo no me conociera. Me senté en mi lugar y mientras esperaba a Gavi entrar a la cancha, una chica me hablo.

Sira— (amigable) Hola, ¿te conozco?

Nicole— (sonríe) Hola, soy Nicole, amiga de Gavi.

Sira—Claro... sabía que tú cara se me hacía familiar. Eres con la que se le armo un lío ¿no?

Nicole—Algo así.

Sira—Ahh, vale, pues encantada, soy Sira, la novia de Ferrán, tal vez te suene su nombre, se la pasa con Pablo todo el tiempo.

Nicole—Ahh, si, Ferrán, ya lo he conocido. Que guay.

Sira—Eres la primera chica que Pablo trae a esta zona.

Nicole—(Confusa) Espera, ¿a traído más?

Sira—Si, pero del otro lado, nada serio.

Nicole—Ah, entiendo. Supongo que me siento honrada entonces de ser la primera chica que trae a esta zona. (Sarcástica).

Sira—Pues te aseguro que Pablo no trae a cualquiera aquí. Es muy selectivo con sus amistades.

Nicole—Vale. La verdad al inicio me sorprendió un poco cuando me invitó, ya que él y yo la verdad no nos conocemos mucho.

Sira—¿Enserio? Yo pensé que se llevaban bien, Pablo últimamente ha hablado de ti, dice que eres muy talentosa.

Nicole—En serio, no sabía que de esa boquita podían salir palabras sutiles.

Sira—Mira, he escuchado lo que han dicho de ustedes, pero honestamente no le tomo mucha importancia. La gente siempre inventa historias y habla sin saber. Lo importante es cómo te sientes tú con Gavi y cómo es su relación realmente. No harían mala pareja ¿eh?

Yo solo reí y me concentré a mirar el partido.

Después de casi dos horas, el partido terminó. Sira me dijo que la acompañara adentro del club, para poder ver a Pablo.

Mientras lo esperaba, Pedri y otros chicos del equipo se acercaron a saludarme.

Pedri—¿Y qué tal? ¿Cómo nos viste?

Nicole—Juegan de maravilla, un día me atreveré a patear un balón.

Ansu—¿No te gusta el fútbol?

Nicole—Ehh... no lo veo mucho, yo soy más de hipismo.

Ferrán—¿Te gustan los caballos?

Nicole—Mi hermano es jinete profesional, entonces crecí rodeada de caballos.

Ferrán—A Sira le va a encantar esto. ¡Amor!

Sira—¿Qué pasa?

Ferrán—También monta.

Sira—¡Montas! Tía, que yo soy jinete desde los cinco años.

Nicole—Bueno yo monto, pero no soy...

No pude terminar de hablar porque sentí una mano en mi cintura y cuando mire vi que era Pablo.

Pablo—¿Te guste?

Nicole—Gustarme no, pero si jugaste bien. Aunque te gana Pedri.

Pablo—Ja Ja. Ven, vamos a hablar.

Pablo me toma del hombro y me lleva a uno de los pasillos que estaban solos.

Nicole—Pensé que no salías de esos vestidores ¿eh?

Pablo—Entonces te morías de ganas de verme.

Pablo se acerca a mi, y comienza a besarme. No se por que no me quite, tal vez eso me estaba gustando.

Estaba parada detrás de la puerta de una oficina, Pablo me miro con una sonrisa pícara, porque él sabía lo que quería, los besos que me daba me ponían tan caliente, que no pude resistirme.

Pablo miro que no viniera nadie y entramos rápido a esa oficina, cerrando con llave.

Rápidamente volvió a besarme de vuelta, me cargo y me puso en la mesa fría, sentí un pequeño escalofrío, pero eso no me impido a seguir con lo que teníamos que terminar...

El castaño quito mi pantalón y rápidamente sus dedos comenzaron a recorrer mi
muslo. A medida que su mano alcanzaba mi pierna, mi cuerpo se estremecía, con la rabia y la lujuria
batallando en mi interior. La ansiedad entre mis piernas estaba creciendo, y podía sentir la humedad cuando sus dedos se acercaron más. Alcanzó el borde de encaje de mis bragas y deslizó los dedos por debajo. Lo sentí contra los labios y rozó mi clítoris antes de introducir un dedo en mí. Cerré los ojos y me mordí el labio intentado reprimir un gemido. Cuando lo miré de nuevo, sus ojos estaban cargados de lujuria, y en su frente estaban empezando a brotar gotas de sudor.

Bajé la mirada hasta su regazo y pude ver su
miembro duro, tensando la tela de su short.
Con sus ojos todavía cerrados, retiró su dedo y
agarró la tela de mis bragas con la mano. Estaba
temblando y me miró, con furia y lujuria en sus
ojos. Con un rápido movimiento, las arrancó de mi
cuerpo. El sonido del desgarro rompió el silencio, sentí como el calor invadía rápidamente mi cuerpo,
y solté un gemido cuando sus dedos volvieron a
acariciar mi clítoris. Eché la cabeza hacia atrás y me apoyé en los codos, sintiendo como el orgasmo se aproximaba con rapidez. Pero entonces él paró,
retirando su mano de mí. Mi cuerpo palpitaba por
la pérdida. Levanté la cabeza para mirarlo.

Pablo—Esto es lo mínimo que puedo hacer. Cuando quieras podemos intentar otras cosas.

Un caso no idealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora