🪓3: Golpe de realidad

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Mi segunda mañana en la mansión había comenzado, en poco tiempo me he ido acostumbrando al ambiente de este lugar y apreciar pequeños detalles

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Mi segunda mañana en la mansión había comenzado, en poco tiempo me he ido acostumbrando al ambiente de este lugar y apreciar pequeños detalles. Sus paredes antiguas eran mágicas, habían vivido tanto... Tenían largos años de existencia y experiencias inolvidables que contar, todos los secretos estaban ahí guardados, esperando ser escuchados. El oxígeno que se respiraba aquí dentro era distinto al del exterior, era más denso y seco.

Hasta ahora sentía que mis decisiones habían sido acertadas independientemente de sus inconvenientes, la seguridad que tenía en mí mismo incrementaba esa idea. Todos me habían estado llenando la cabeza repitiéndome que estaba loco, me decían que no duraría mucho tiempo aquí si era tan arriesgado. Pero mi madre siempre me repetía que la persona que no arriesga no gana.

Y yo estaba dispuesto a ganar la confianza de Daeghel Vitello.

Hace apenas pocos minutos Zoe apareció en mi dormitorio, con ella traía un nuevo contrato. Estaría un mes de prueba, si lograba superarlo sería su mayordomo personal, en cambio si fracasaba en mi misión volvía a ser un mero sirviente.

Saber que no me iría despedido directamente me alegró en demasía, estaba bastante satisfecho esta mañana, sabía que iba a ser un buen día. Además me pagarían tres mil euros más ¡Una ganga!

Nuestra primera tarea de hoy era recoger las hortalizas del huerto el cual estaba dentro del invernadero. Además nos habían obsequiado el uniforme oficial de los trabajadores el cual constaba de un suave pantalón negro conjuntado por una camiseta blanca de botones con la letra v bordada en dorado.

La tela contra mi piel se notaba cara y cálida, era una sensación gustosa y cómoda, todo esto lograba que mi cuerpo resaltara al igual que me hacía ver más esbelto.

Ahora esperamos a una sirvienta la cual nos acompañaría a recoger el huerto. La brisa fresca azotaba contra nuestros rostros logrando revolvernos el cabello.

—Si no viene ya moriré congelado— sentenció Matt apartando su cabello castaño de la cara.

—Ten paciencia, solo llevamos esperando cinco minutos— dije, pero en el fondo pensaba lo mismo que él.

—Cinco minutos mi culo, hace demasiado viento como para estar esperando aquí afuera. Cambiando de tema, ¿Cuando empezarás a ser el mayordomo personal de ese hombre?

—Hoy mismo— sonreí levemente —Tengo que esperar instrucciones de Zoe.

—Se te ve contento— se dió cuenta de mi actitud —¿Qué te traes entre manos?— sospechó.

—Nada, me levanté feliz— respondí —Al fin tengo dinero suficiente para pagar la casa y adquirir los medicamentos de mi madre.

Matteo me miró con sospecha y asintió con la cabeza no muy contento con mi respuesta, creía que le estaba mintiendo en algo. Pero parte de mi felicidad era por eso, ya no debía preocuparme por el dinero, tampoco me quedaría sin alimento o me amenazarían con desahuciarme de mi hogar.

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