🪓8: Angustia

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Me removí en la cama al sentirme incómodo, abrí un poco uno de mis ojos notando como un rayo de luz entraba por la ventana dándome directamente en la cara, me dí la vuelta mirando hacia la puerta cerrando los ojos de nuevo, la alarma todavía no ha...

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Me removí en la cama al sentirme incómodo, abrí un poco uno de mis ojos notando como un rayo de luz entraba por la ventana dándome directamente en la cara, me dí la vuelta mirando hacia la puerta cerrando los ojos de nuevo, la alarma todavía no había sonado y podía permitirme unos minutos más de sueño.

Oía a los pajarillos haciendo ruido en el exterior avisando de que ya había amanecido y comenzaba un nuevo día.

Los párpados me pesaban excesivamente, cuando intentaba abrirlos se cerraban automáticamente, era como si una fuerza mayor me impediera que los abriera, no pude dormir casi nada por culpa del secuestro apenas y pude dormir tres horas contadas.

Después de que Daeghel los dejara inconsciente en la camioneta los llevamos al pozo, tuvimos que recorrer una hora entera hasta llegar a Grimshaw y a eso se le sumaba todo el tiempo que tardamos en ir a la cabaña donde estaban los caballos los cuales teníamos que recoger ya que deberían estar en la mansión a primera hora de la mañana.

Cuando llegamos a Merikh nos encontramos de nuevo al Rey junto a dos personas más con túnica roja, estos se llevaron a los hombres al calabozo y nos dio la enhorabuena por lograr pasar la prueba.

Oficialmente ya éramos sectarios de Merikh.

La alarma de mi móvil sonó estrepitosamente indicando que ya era hora de levantarse, con toda la pereza del mundo me senté en la cama notando un leve mareo por la rapidez con la que lo hice, me levanté deshaciéndome de las sábanas
calentitas frotando mis ojos intentando desperezarme.

Metí los pies en las zapatillas que mi madre me regaló para andar por casa y me dirigí al baño, decidí darme una ducha ya que anoche no me había dado tiempo, me deshice del pijama y me metí a la ducha sintiendo el agua templada cubrir mi cuerpo, froté el jabón contra mi piel blanquecina me quedándome ahí un rato al estar agusto entre el vapor.

Cuando sentí que fué suficiente salí envolviéndome en una toalla y comenzé a peinarme mi pelo negro dejándolo completamente liso. Satisfecho me dirigí al armario sacando el uniforme, me coloqué el pantalón negro algo entallado junto a la camiseta de botones blanca y los mocasines, por último salí de mi dormitio.

Crucé todo el área de empleados hasta llegar a la cocina tras unos cortos minutos, una vez allí me encontré a Max jugando con Foxie.

—Linda zorrita ¿Quién es la zorra más bonita del lugar eh?— decía tiernamente acariciando la barriguita de Foxie la cual hacía ruiditos que podían llegar a pasar como una risa.

Sin hacer ruido me apoyé en el marco de la puerta deleitándome con la escena esbozando una sonrisa.

Tras diez segundos carraspeé haciéndome notar y el pelirrojo se incorporó rápidamente mientras me miraba con una sonrisa nerviosa, yo elevé una ceja divertido y él me miró mal.

—No le digas a nadie de esto— me apuntó con el dedo intentando que pareciera una orden.

—Tranquilo que no le diré a nadie que dijistes que Foxie era la zorrita más bonita del lugar— dije burlón consiguiendo que Max se pusiera rojo como un tomate bajando los hombros a modo de rendición.

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