🪓19: La cena mortal

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La mansión estaba ajetreada de arriba a abajo, el día de la cena benéfica había llegado, los empleados correteaban por los pasillos preparando todo ya que ellos serían los camareros en el día de hoy

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La mansión estaba ajetreada de arriba a abajo, el día de la cena benéfica había llegado, los empleados correteaban por los pasillos preparando todo ya que ellos serían los camareros en el día de hoy. Veía todo desde la parte superior de la gran escalera, estaba apoyado en el balcón interior, mis ojos fueron a parar a la gran lámpara que colgaba del techo e iluminaba todo el lugar, admiré cada detalle que tenía delante de mí.

Por una extraña razón cuando los empleados miraban hacia arriba percatándose de mi presencia se ponían nerviosos, eso me hacía sonreír levemente.

Faltaba poco para ir al casino y ya estaba completamente preparado, solo estaba esperando al coqueto de Dae el cual me hizo comprar un traje a juego con suyo. Era de un color azul rey precioso, su tela era de satí, el bordado que tenía me traía completamente loco, me tuvieron que hacer unos pequeños arreglos ya que el pantalón me quedaba un poco largo, pero con dinero se podían hacer milagros.

Lo que más me gustaba es poder relucir el colgante que me regaló.

Olfateé en el aire aquel perfume tan familiar, no me hizo falta darme la vuelta cuando ya tenía sus manos rodeando mi cintura y su aliento rozando mi oreja.

—Estas hermoso zuccherino...— murmuró apegándose más a mi espalda.

Mi cuerpo se estremeció y cuando mi espalda chocó contra su pecho me sentí en una nube de ensueño. Volteé mis ojos mirando por encima su traje azul de satín junto con un chaleco del cual colgaba una cadena y sus zapatos de traje con algo de tacón.

Cada día lo amaba más, llegaría algún día donde mi corazón explotaría, tenía claro que Daeghel era el hombre de mi vida y no dejaría que jamás me soltara.

Me sonrojé por sus palabras colocando mis manos sobre las suyas.

—Tu también Dae, pareces un verdadero rey— expresé con una sonrisa.

—No parezco, lo soy— me sonrió con burla.

—Egocéntrico— me quejé pellizcando el dorso de su mano.

—Este egocéntrico te tendrá esta noche en su cama mientras gimes su nombre— susurró en hilo de voz cerca de mi oreja.

De un momento a otro sentí que la temperatura había elevado al igual que nuestra cercanía, suspiré temblorosamente recordando todo el placer que me hizo sentir en aquel lago.

—Espero que cumplas tu promesa— me atreví a decir mirándolo cara a cara.

—No tengas duda de eso aunque ahora que lo pienso...— comenzó a hablar extrañado —¿No te conté el plan verdad?

—¿Qué plan?— dije con sorpresa, ahora estaba interesado.

—Oh— se tocó la nuca luciendo despistado y demasiado tierno —El frasco con líquido azul ya no contendrá agua con colorante— confesó sonriendo de oreja a oreja.

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