🪓15: Plan suicida

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El comienzo de un nuevo día me daba la bienvenida de una manera agradable

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El comienzo de un nuevo día me daba la bienvenida de una manera agradable. La ventisca soplaba dejando a su paso una brisa helada la cual provocaba que mis vellos se pusieran de punta, la naturaleza me rodeaba dándome un regocijo de diferentes aromas, la tierra húmeda se dejaba apreciar superando a las frescas flores y la madera. El aire puro que se respiraba en el bosque sanaban mis pulmones haciéndome adicto.

Pero todo eso se veía opacado por mis pensamientos; cada vez que mis ojos se cerraban, era incapaz de ver una oscuridad soñolienta y enternecedora. En su lugar todo estaba bañado de sangre escarlata, ríos y lagos los cuales me consumían hasta que el rostro de mi Matt aparecía demacrado con sus tripas afuera. A continuación me encontraba en una oscura y
desoladora habitación acompañado por sus cenizas.

Sacudí la cabeza logrando volver a la realidad, mis pies estaban posados sobre el jardín de la cabaña pisando el fresco césped, en cambio mis brazos estaban estirados mientras que las heladas y entumecidas manos sostenían una pistola. Pero eso no me impidió agarrar firmemente el arma entre mis manos y apuntar al objetivo que tenía a unos metros de distancia.

Uno de mis ojos se cerraron colocándose en la mirilla la cual apuntaba al círculo rojo de la diana, cuando mis dedos apretaron el gatillo un estruendoso sonido rebotó por los árboles del bosque, la bala terminó unos centímetros más arriba de lo que tenía pensado. Aunque la pistola no tenía mucho retroceso era el suficiente como para hacerme fallar. 

Esta vez no apuntaría directamente a lo rojo, si no un poco más abajo para que así con el retroceso subiera y no pasarme de largo como antes. Hice crujir los huesos de mis manos posicionándome nuevamente, apunté un poco más abajo y ¡Bum! dí un tiro certero.

—¡Vamos! ¡Daeghelll lo he conseguido!— chillé haciendo un pequeño baile de victoria.

Daeghel salió de la cabaña con el ceño fruncido junto con pistola en mano, le sonreí sin mostrar mis dientes colocando las manos detrás de mi espalda, cada vez que aparecía delante de mí me sentía como la primera vez que lo ví, nervioso, ansioso e inaudito por su belleza.

—¿Y esos gritos? ¿Te estaba devorando un oso?— se burló guardando nuevamente el arma.

—No, pero mira— señalé feliz la diana —¡He logrado darle al centro!

Su imponente presencia se colocó a mi lado pasando su brazo por mis hombros dándome un apretón, la calidez de su cuerpo me dió la bienvenida envolviéndome en un hermoso infierno del cual no quería huir.

—Veo que vas aprendiendo zuccherino, eso es bueno— felicitó dándome un café calentito, el cual comencé a beber soltando un pequeño gemido de satisfacción, noté la intensa mirada de Dae sobre mí —Es hora del descanso asesino, entra a la cabaña.

Dirigí mis pasos hacia el interior, pero antes de cruzar el umbral me giré hacia él mordiendo mi mejilla interna con algo de nerviosismo.

—No soy una asesino— declaré adentrándome a la calidez de la cabaña.

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