🪓10: Primera Victima

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En los calabozos olía excesivamente mal, aún con la máscara de zorro puesta podía sentir el aroma putrefacto de la sangre mezclado con el del sufrimiento de las personas que habitaban detrás de los barrotes oxidados de las celdas

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En los calabozos olía excesivamente mal, aún con la máscara de zorro puesta podía sentir el aroma putrefacto de la sangre mezclado con el del sufrimiento de las personas que habitaban detrás de los barrotes oxidados de las celdas. La túnica blanca me arrastraba por la parte trasera mientras caminaba lentamente por aquel largo pasillo de piedra, mis pasos sonaban lentos y pesados creando crujidos al pisar pequeños objetos que se encontraban tirados por el suelo.

Miraba a mis lados notando los ojos sin vida de los presos. No paraba de oír el constante sonido de las gotas de agua cayendo en un mismo charco, había tanta humedad en este lugar que lo hacía todo mucho más frío de lo que realmente era, el ambiente perfecto para que las arañas se corretearan por las sombras.

Mis ojos grises se adaptaron a la tenue luz de los calabozos, cada que miraba al frente veía mi propia sombra haciéndose cada vez más grande. Jugueteaba con un montón de llaves en mis manos creando un contoneo constante que hacían eco en las paredes, estas me servían para abrir cada una de las celdas. A mis espaldas caminaba Matteo tirando de un carrito el cual contenía el instrumento médico necesario para sacar sangre.

Miré el pequeño papel en mis manos pudiendo leer "celda 212" ya estaba cerca de llegar, mientras lo hacía pensaba en lo rápido que me había acostumbrado al ambiente sádico y oscuro de Merikh.

Avancé unos cuantos pasos más hasta que llegué a la celda que quería, era la última que había en la lista, en todas las demás ya habíamos realizado el trabajo. Me paré frente los barrotes observando al hombre gordo que se acurrucaba en una esquina encima de un sucio colchón, lo escaneé de arriba a abajo pregúntame cómo había acabado aquí, si fué pura desgracia o realmente hizo algo malo como a los que logré secuestrar junto a los demás.

Levanté la mano donde tenía el manojo de llaves encajando una de ellas en la cerradura la cual cedió de inmediato, empujé la puerta creando un chirrido desagradable, el mismo que se producía cuando se necesitaba engrasar la cerradura. Entré a paso lento agachándome junto al hombre el cual me miró temblando y estirando uno de sus brazos, al parecer sabía lo que veníamos a hacer...

Miré a Matteo el cual me cedió la cinta azul junto a la aguja ya preparada, apreté la cinta justo encima de su codo la cual hizo que las venas de ese lugar resaltaran mucho más. Destapé la aguja y la introduje lentamente dentro de su vena, de inmediato el tubo transparente comenzó a pasar toda la sangre la cual llegaba a parar en un frasco con el número de su celda.

Después de un minuto el tubo se llenó por completo, por lo que esa fué la señal para que retirara la aguja tirándola en una papelera que había debajo del carrito, le pegué un algodón justo donde le había pinchado y lentamente me retiré de ahí sin darle la espalda en ningún momento.

"Jamás le des la espalda a los presos" me advirtió Daeghel justo antes de que entrara.

Me aseguré de cerrar la celda haciendo sonar nuevamente aquel chirrido, miré de nuevo el papelito asegurándome de que no había nadie más en lista.

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