🪓9: El lago

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Disfrutaba del aire puro que me ofrecía el bosque, el césped se sentía mullido bajo mi peso, lo acariciaba sintiendo agradables cosquilleos en las palmas de mis manos, el cielo estaba completamente despejado dejándome ver el sol en todo su esplendor

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Disfrutaba del aire puro que me ofrecía el bosque, el césped se sentía mullido bajo mi peso, lo acariciaba sintiendo agradables cosquilleos en las palmas de mis manos, el cielo estaba completamente despejado dejándome ver el sol en todo su esplendor. Observé a Foxie la cual estaba amarrada a un árbol con una cuerda lo suficientemente larga para que le permitiera moverse varios metros a su antojo, veía con atención a algunas mariposas las cuales volaban sobre las flores buscando algo de polen.

No sabía en qué punto del bosque estaba exactamente, ya que Dae me guió hasta llegar junto a una hermosa cascada que caía mágicamente en un lago, el agua era tan transparente que podía ver a pequeños peces de colores nadar por el fondo el cual no era muy profundo.

Cerré los ojos disfrutando de la leve brisa la cual me brindaba pequeños escalofríos de vez en cuando, tenía una sonrisa esbozada en mi rostro mostrando lo agusto que me sentía en ese momento.

Sentí una mirada insistente sobre mí la cual me obligó a abrir mis ojos, pillé a Dae mirándome embobado, los dos estábamos solos en ese lugar, no había nadie más que pudiera interrumpir nuestro momento a solas. Le devolví la mirada clavando mis ojos grises sobre su inmenso mar, si me acercaba más podía llegar a verme reflejado en ellos con claridad, apoyé mi cabeza sobre sus hombros siendo rodeado por él instantáneamente.

Después del encontronazo con Edgar me trajo a este lugar, y sinceramente me estaba encantando...

—Para tí zuccherino— me dijo con tono dulce ofreciéndome un pastelito de chocolate el cual empecé a mordisquear notando como el sabor amargo del chocolate inundaba mi boca.

Levanté mi dedo pulgar dándole el visto bueno al dulce.

—Algún día puedo hacerte algún flan, me salen muy ricos.

—Me gustaría probar eso...— rió bajito llevándose a la boca un dulce como el mío.

Observé cómo lo comía con tranquilidad, me relaje aún más en su hombro dedicándome a ver el agua de la cascada caer, la tranquilidad se olía en este lugar dándome un respiro de paz. Dae se tumbó en el césped haciendo que yo imitara su acción, nos dedicamos a ver por algunos minutos como las nubes pasaban y los pajarillos sobrevolaban el cielo apoyándose en algunas ramas.

—Phalen.

Hice un ruidito que indicaba que lo estaba escuchando, él se sentó de nuevo y yo hice lo mismo.

—Quiero darte algo, espero que no me lo niegues...— murmuró mirándome a los ojos.

—Jamás rechazaría algo que viene de tí.

Tras decir eso ví como sacaba de su chaqueta una pequeña cajita de terciopelo azul, miré con atención cada movimiento algo impaciente, no podía esperar para saber lo que había dentro de ese cubículo. Atontado ví cómo abría la tapa de la cajita dejándome ver el collar más hermoso que había visto jamás.

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