🪓12: ¿Lo amo?

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La música retumbaba en mis oídos como un mosquito molesto el cual no te dejaba dormir en toda la noche, eran como las una dos la madrugada y todavía seguía en pie resistiendo el puto sueño que me carcomía

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La música retumbaba en mis oídos como un mosquito molesto el cual no te dejaba dormir en toda la noche, eran como las una dos la madrugada y todavía seguía en pie resistiendo el puto sueño que me carcomía. Con una copa de vino en la mano miraba sin emoción como los sobrevivientes de El Sacrificio bailaban y celebraban su triunfo junto a su ascenso de nivel en Merikh, porque sí, los que sobrevivían eran ascendidos.

Tomaba de la copa de vino celebrando silenciosamente mi desenlace al fin con la secta, ahora que se había acabado mi contrato no estaría aquí a voluntad propia, de hecho ni se me pasaba por la cabeza, antes me suicidaba con un tiro en la cabeza.

Lo único que podría echar de menos de Merikh era matar sin que nadie me juzgara.

Me encantaba sentirme superior a los demás, y qué mejor forma había de hacerlo que imponiendo mi respeto quitando vidas, tenía el poder de escucharlos suplicar, de admirar sus lágrimas de cocodrilo y lo más importante de todo, yo era el juez que decidía si les perdonaba la muerte o no... yo era el judero.

Puse los ojos en blanco al visualizar a Sadie sentada en una pequeña mesa apartada mientras comía carne humana con una sonrisa de oreja a oreja, nunca aprendía que después de eso le daría una buena cagalera, jamás le sentaba bien comer esa carne pero ella seguía y seguía.

Me acerqué sigilosamente mientras tomaba la copa de vino sentándome a su lado sin decir nada, solo me dedicaba a mirar como los gilipollas bailaban sin importar sus heridas.

—¿Todavía sigue en enfermería inconsciente?

—Si— respondí en un resoplido.

—Toma un poquito de carne, buuu el avión— canturreó acercando el tenedor a mi boca por lo que me aparté de inmediato poniendo un gesto de asco demasiado evidente.

—Vete a la mierda bruja, no estoy para bromas.

—El rubito parece ser que está de mal humor— susurró para sí misma pero la alcancé a oír —Cuéntame, ¿Que pasa por esa cabecita tuya?

—Nada— suspiré jugueteando con el vino de mi copa.

—Ese nada suena a que te pasa de todo— se entrometió mi hermano en la conversación.

Lo mire con una ceja alzada ya que no lo había visto venir, como si nada comencé a tomar de la copa evitando la conversación, ellos dos cruzaron miradas y luego me miraron a mí con los ojos entrecerrados.

—¿Qué? ¿Queréis un autógrafo?— respondí de mala gana.

—Si me firmas la teta mejor.

—Sadie— le regañó Drystan para luego volver a mirarme —¿Miedo?

—Jamás— sentencié apretando mi mandíbula.

Con esa simple palabra había conseguido que el frío de mi cuerpo se aislara dejando entrar al calor de la rabia, apreté la mano sobre mi muslo haciendome algo de daño en el hombro por la fuerza que ejercía.

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