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"Quiero ver, quiero entrar. Nena nadie te va a hacer mal, excepto amarte", Charly García.

Al día siguiente, Lara llegó algo nerviosa a  la casa de Candela

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Al día siguiente, Lara llegó algo nerviosa a  la casa de Candela. Ambas estaban decididas a hablar sinceramente y a resolver sus conflictos de una buena vez, nunca habían estado tanto tiempo separadas ni sin contarse absolutamente todo. Ni bien abrió la puerta, Lara saltó a abrazarla. Ingresaron y se pusieron cómodas en la sala de estar. Prepararon unos mates y pusieron música de fondo.  La casa estaba sola y tenían la intimidad que necesitaban.

—Bueno por donde empezamos—dijo Lara sin muchas vueltas.

—Por vos y por Martina. 

—¿Desde cuándo te diste cuenta?—preguntó acongojada bajando la mirada al mate que estaba tomando.

—Desde el día que fuimos todos a bailar, te vi besándote con ella— respondió Candela.

—¿Qué? No me dijiste nada— contestó y ahora  miró al piso esquivando la mirada de Candela.

—No te dije nada porque pasaron un montón de cosas esos días y no encontré la oportunidad, o tal vez estaba esquivando la situación no lo sé, pero quiero que sepas que no te estoy juzgando, simplemente me dolió que no me hayas contado que te pasaban cosas con ella.

—Estuve mal, pero también me costó tiempo poder aceptar y entender lo que a mí me estaba pasando, nunca me había interesado por nadie y con ella es distinto, no sé cómo explicarlo —Lara alzó la mirada y buscó la reacción de su amiga, tenía la mirad triste pero parecía sentida.

—No tenés nada que explicar, te entiendo, pero quiero que seas feliz y que confíes en mí— respondió Candela.

—Sí tenés razón.

—Hablando de confesar cosas... yo tampoco te conté todo lo que me pasó.

—¿Me vas a explicar por qué Joaquín y vos de repente se distanciaron así? yo traté de ser neutral y darles su espacio pero no entiendo nada—  le cuestionó Lara a Candela.

—Sí, en realidad no puedo decirte desde cuando me di cuenta...pero Joaquín está enganchado conmigo, pasé mucho tiempo negándome a creerlo, hasta que el otro día en su casa me besó y me confesó todo.

—Me dejaste helada, yo soy su amiga y tampoco lo sabía, si te hace sentir mejor—Lara le apoyó su mano sobre la de ella apretándosela con cariño.

—El tema ahora es que yo, señora indecisión no sé qué sentir ni pensar— dijo agarrándose la cabeza. Tenía ganas de llorar de la angustia que todo esto le provocaba por dentro. Quería despertarse y que todo volviese a ser como antes cuando estaban siempre los tres juntos pasara lo que pasara. Pero también sentía que negar lo que estaba sintiendo era injusto e imposible.

—Pero a vos... ¿Qué te pasa con él?¿Lo de Nico ya fue, no?

—Si lo de Nico ya re fue, y hace unos meses te hubiera dicho que no me pasa nada con Joaco, pero hace un tiempo ya que empecé a sentir celos de otras chicas, a necesitar sus abrazos, su compañía, incluso sus celos hacía mí me gustan— terminó de decir eso y aún con la boca abierta miró a su amiga sorprendida—estoy hasta las manos ¿no?

—Me parece que sí amiga, pero ambos son tan cabezas duras que ninguno podía reconocer lo que sentían, yo si fuera vos me jugaría todo por él.

—¿Y si lo lastimo? el solo hecho de pensar que podría dejar de escucharlo llamarme Petisa, me es imposible de pensar— respondió con lágrimas en sus ojos.

—Nadie puede garantizarte que eso no va a suceder, pero yo creo que el cariño que sienten es más fuerte que todo, lo conoces desde que aprendiste a atarte los cordones, el siempre va a estar ahí para vos—Candela la abrazó y se largó a llorar largando todos los miedos que venía conteniendo hacía días.

—Gracias por escucharme, amiga.

Pasaron una hermosa noche de risas, charlas, música y diversión, como se merecían hacía tiempo.  También hablaron del divorcio de los padres de Candela, del duelo que ambas estaban sobrellevando cada una a su manera. Lara también le comentó sobre su relación con Martina, le dijo que aún no eran nada oficial pero que estaba pensando en preguntarle si quería salir con ella. La aterraba lo que iba  pensar la gente que la conocía y que iba decir su familia, pero nunca se había sentido tan bien como con Martina, ella también estaba muy enganchada con ella. Candela la contuvo y como antes su amiga hizo con ella, le aconsejó que se deje llevar por sus sentimientos. Las cosas parecían volver poco a poco a su lugar. Candela ya no se sentía tan abrumada y confundida, por el contrario, estaba decidida que debía hacer algo. El sábado iba a ir al partido e iba a enfrentar la situación de una vez por todas, sucediera lo que sucediera.

Corazones sin destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora