CAP 8

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JERO:

La observo detenidamente más que nada para fastidiarla y ponerla nerviosa un poco hasta que no me queda más remedio que apreciar su cuerpo, el escote y cada una de sus curvas. El vestido plateado que trae le llega hasta los pies, pero tiene una abertura a lo algo de una de sus piernas; lo que para mí mala suerte tiene un efecto inmediato en mi entrepierna que me descoloca. Lleva el cabello recogido en un extraño y elaborado peinado: una trenza recogida en una especie de chongo, lo que hace que su rostro resalte.

Estratégicamente empiezo saludando por el extremo, para así terminar con Romina y cuando nuestros cuerpos se rozan creo notar cómo ella tiembla un poco. —Llevamos veinte minutos esperándote para el video. —refuta mi hermano. La realidad es que a él también se le hace una pesadilla tener que venir a este aburrido evento; por eso está enojado porque se quiere largar lo antes posible para irse junto con su novia.

Acomodan un anuncio gigante en una de las paredes y nos indican que vayamos. Ignorando a todos, me coloco en medio de mis dos chicas preferidas para que nos hagan el maldito video del aniversario y me dejen de molestar. Voy a salir, pero tampoco lo voy a hacer estando todo serio y rígido como ellos quieren. —Ey, renacuajas. Saquemos la lengua en la foto. —les susurro a mis hermanas.

—Yo no voy a hacer eso. —me mira con incredulidad Sofi, porque claro, al tener quince años se siente mayor.

—No me vas a dejar sólo haciendo el ridículo, ¿verdad? —Sofía lo piensa hasta que finalmente me sonríe. ¿Quién dijo que no sé convencer a los demás?

Regina me jala del saco para que voltee a verla. —Hazle así, Jero. — me indica.

—Muy bien, monstruito.

Me río a la vez que Re saca su lengua diminuta y Sofi hace lo mismo; las imito cuando el flash nos ciega por un momento.

Mientras regreso se me hace extraño que no puedo dejar de mirar a Romina y parece ser que sólo una cosa en su físico no ha cambiado y es que se sigue poniendo roja de manera involuntaria justo como en este preciso instante al comprender que hace menos de un segundo la estaba mirando.

—¿Algo que te guste? —dice con una sonrisa divertida. Pero lo que me descoloca es que es la primera vez que Rom me sonríe desde que regresó y teniendo en cuenta que en este momento estoy no sé cómo me siento al tenerla cerca es de lo más frustrante

—En realidad no me gustan las mujeres que no saben disfrutar bien. —replico provocándola y al ver cómo abre la boca con sorpresa, sé que he cumplido con mi objetivo.

Ella se va acercando hasta que su boca queda a la altura de mi oído para poderme susurrar y su voz tiene un efecto inmediato en mi entrepierna.

—Créeme cuando te digo que puedo hacer que sea la mejor noche para cualquiera. —Su contestación me descoloca porque cómo era posible que Romina tuviera el valor de insinuar algo cómo eso. Y por un minuto me he imaginado cómo sería quitarle ese vestido y enseñándole que con experiencia la podría volver loca de la mejor manera posible... Mierda.

Pero el pensamiento me genera una sensación de incomodidad en el estómago es lo que esconden sus palabras: que ha estado con otros, que ha explorado de ese mundo. Sólo ella es capaz de que pueda sentir este deseo por mantenerla lo más alejada y cerca de mí como sea posible.

Observo cómo mi vieja amiga pasa de mí para regresar con nuestras familias y cómo se queda platicando con mi abuela sobre cómo quién sabe qué y cómo no me interesa saber de todo el drama que ambas sueltan; me dirijo hacia la mesa con la intención de distraerme y beberme con urgencia la copa de vino tinto que está sobre mi lugar. Me fijo en los nombres que están marcados en los asientos y maldigo cuando me doy cuenta de que han colocado el nombre de Rom junto al mío. Estoy pensando en moverlo a la mesa más lejana cuando llega Renata a saludarme con su gran entusiasmo y al contrario de mi vieja amiga, Renata está totalmente producida, y trae un vestido tan corto que el acceso es muy fácil; pero claro, eso ella ya lo sabe.

Los secretos que escondemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora