CAP 14

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ROM:

Está noche, he mantenido la cabeza en blanco de los millones de pensamientos que normalmente llevo encima; simplemente por una vez vivir cómo una adolescente, sin pensar en mis miedos, en las consecuencias y se siente tan liberador que me pregunto por qué rayos no lo he hecho antes. Sólo dejarme llevar, y si el alcohol me ayudará, pues qué mejor.

Miro la mesa con curiosidad, pues sólo queda un chupito sin dueño, y antes de que regresen las dudas, decido que será mío. Cuando Jerónimo da cinco pasos con rapidez hacia mi dirección para alcanzar a sostenerme la muñeca antes de que el vidrio pueda tocar mis labios.

Me observa por unos instantes, como si estuviera buscando la razón del porqué de mi comportamiento. Y lo entiendo porque hasta yo me estoy sorprendiendo, sólo que no estoy segura de que tenga que ser algo malo.

—Déjate de tonterías. ¿Qué estás haciendo? —espeta de repente de mal humor a la vez que me quita el vaso de las manos.

Conozco a Jerónimo desde que tengo seis años, por eso sé que cuando alguien le cae mal, tratará de hacer su vida imposible. Y a mí, claramente no me soporta.

—Tomándolo cómo todos. ¿Cuál es el problema? —contesto molesta.

Él fija sus ojos en los míos.

—Tú dijiste que no te gustaba beber, y ahora mismo estás haciendo lo opuesto.

No lo entiendo, ayer me dice que dejé de controlarme, y hoy que le demuestro lo contrario, no le gusta.

—Está soy yo dejando de estar tan calmada. —le digo al tiempo que me paro de puntitas para intentar alcanzar el vaso, pero el muy idiota lo sube todavía más. Y juro que, en ese momento, sus ojos bajan a mi boca hasta encontrarse de nuevo con mi mirada.

—¿Quieres estar enojada conmigo? Bien. ¿No quieres verme más? Hazlo. Pero no te pases de lista con esto, trenzas. No tienes que demostrar nada. —su rostro cambia a uno más serio.

—No lo hago por eso, Jero. Sólo quiero hacer algo, así sin pensar.

Suelta un suspiro, luego me tiende el dichoso vaso y no puedo evitar sentir un cosquilleo cuando se tocan nuestros dedos.

—¿Vale la pena que quieras hacer esto? —inquiere arqueando las cejas.

Me bebo el tequila y hago una mueca cuando su sabor amargo me quema la garganta.

—No lo sé, lo descubriremos al terminar la noche. —respondo con una sonrisa que se me quita al ver el ceño fruncido que tiene Jero.

Reconozco esa mirada porque la he visto una infinidad de veces antes cuando éramos chicos, es la que usa cuando algo le preocupa y está pensando en buscar soluciones. Ahora la utiliza mucho con sus hermanas, y creo que es la primera vez desde que regresé, que la veo por mí.

Cuando por el rabillo del ojo, veo a una chica de cabello obscuro acercándose hacia nosotros con un aire de superioridad. Al parecer ya nos ha localizado, y apuesto que ha estado toda la noche buscando a Jerónimo después de saber que íbamos a venir a este sitio.

—Parece que tienes otra cosa de la que preocuparte. — agrego señalando con la cabeza a Renata.

Y cuando Jero se cae en cuenta de quién hablo, suelta una maldición en voz baja, antes de darse la vuelta para ir a su encuentro. Observo cómo ella me lanza un guiño antes de acercarse a Jerónimo para posar sus labios en los suyos. Él se da cuenta de sus intenciones y da un paso hacia atrás, manteniendo distancia entre ellos. Se me hace extraño que se comporte así porque la última vez que los vi en la cena, parecían de lo más empalagosos. Acaso, ¿hay tienen problemas?

Los secretos que escondemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora