SIN EDITAR.
Mía, 18 años…
💦<<{Eren}>>💦
Los días de entrenamiento siempre fueron mis favoritos, pero en este último tiempo, es el peor.
Es el tiempo que más sufro.
Verla a ella, ver su brillo y su felicidad me encanta, pero odio saber que es mucho más que el amor de hermanos lo que siento.
Sufrí sabiendo que no puedo abrazarla como quiero, sufro sabiendo que no puedo tomar su mano como desearía, sufro por no tenerla a mi lado en la cama.
Quiero ver su rostro en la oscuridad, ver la paz con la que duerme, quiero abrazarla a mi cuerpo debajo de las sábanas.
La quiero a ella.
Ares: ¿Nunca podremos tenerla, verdad?
Niego con mi cabeza.
Eren: Arruinaríamos a la familia.
Ares: Pero la amamos.
Eren: Y somos sus hermanos.
Arlene: Sus abuelos Mikhail, Aiden y Nathan eran mis tíos también.
Nos giramos ante la voz de la abuela Arlene, no me preocupo por qué nos haya escuchado, siempre lo supo, siempre nos apoyó y nos aconsejó que se lo dijéramos.
Pero nosotros no queremos romper la familia.
Ares: Es diferente.
Arlene: Los abuelos Isaac, Izan e Iker eran tíos de su abuela Alessandra, Tom y Massimo eran lo mismo con Atenea.
<<Dimitri era el hermano de la abuela Addy.>>
Eren: No la conocimos.
Arlene: No, pero eso no quita que fueran hermanos, nadie los juzgo por eso, a ninguno de la familia le importó, no será diferente con ustedes.
Asiento con la cabeza poco confiado.
Aleksander: Yo no los juzgaría, estaría enojado, sí, pero por no decirlo, son mis hijos al igual que ella y quiero que todos sean felices.
Arlene: No puedo creerlo, su padre maduró.
Aleksander: Cómo te gusta arruinar una buena conversación, Caos.
Con mi hermano nos reímos, nunca cambian.
Arlene: No hay charla, Cosmos, ellos saben que la familia los apoyará, mejor ve a fijarte que tus hijos menores no están a la vista y siempre hacen cagadas.
Ambos hermanos se van hacia la casa hablando y posiblemente insultándose como de costumbre.
Es verdad lo que dice la abuela Arlene, Adel, Akos y Azariel, siempre andan rompiendo y "desapareciendo" gente.
Ellos son los últimos trillizos que mis padres tuvieron, toda la familia estaba feliz y radiante, al fin la casa volvía a estar llena de niños a los que podrían consentir, pero como de costumbre.
Mía siempre era la más consentida, no solo por sus abuelos, tíos o lo que fuere, sino por nosotros, sus hermanos.
Bueno, por Ares y por mi, los demás solo hacen lo que ella dice, tiene una voz empalagosa y dulce que logra que todos hagan lo que pide.
Tiene un rostro angelical y una fachada de niña tierna, delicada y buena que usa con la mayoría de las personas a las que no conoce, incluso hace perfecto el papel de tonta.
Nuestra abuela Arlene nos dijo que hacerse el tonto muchas veces te salva de situaciones por las que no quieres pasar.
En realidad, Mía, sabe a quién pedirle cada cosa, a nosotros que somos los que más paciencia tenemos con ella, nos pide que la acompañemos de compras.
Puta tortura a la que nos sometemos casi todas las semanas, verla a ella modelar la ropa que le elegimos no debería alterar mi entrepierna, pero desgraciadamente lo hace.
Mía: Hermanitos…
Me suena a que nos pedirá algo.
Llega a nosotros corriendo, está transpirada e intentamos no mirar mucho sus leggins o su top pegado al cuerpo.
No es bueno para nuestra salud.
Ares: ¿Qué quiere mi fuego?
Sonríe tiernamente, con esa sonrisa compradora que siempre nos da cuando quiere algo.
Siempre funciona y funcionará, no hace falta que me queje porque aunque lo haga seguiré dándole lo que me pide.
Mía: Nuestros padres no me dejan salir.
Ares: Entonces no.
Imposible que la dejemos ir a un lugar lleno de hombres con esos cortos vestidos que le encantan y nosotros dos sabemos que le quedan hermosos.
Mía: Por favor —nos ruega, quiere que convenzamos a nuestros padres— haré lo que me pidan.
Eren: Bien, eso es un trato justo, iremos contigo.
Mía: Eso no fue lo que pedí.
Ares: Pediste salir, saldrás si te acompañamos.
Mía: Bien, pero no los quiero escuchar quejarse de mi vestido y…
Ares: ¿Qué?
Mía: Nada de mujeres.
Le arqueó una ceja.
No es necesario que lo diga, no podemos tener a ninguna mujer si ella está enfrente nuestro, es el centro de nuestro universo, no podríamos mirar a nadie más.
Lo que no evita que lo hagamos cuando ella no está enfrente nuestro, claro está.
Pero para desgracia nuestra, nadie nos satisface como nos gustaría, nadie nos llena como lo hace la sonrisa de Mía, nadie nos gusta tanto como ella.
No podemos sentir aprecio por ninguna otra mujer, ni el más mínimo, ella drena todo nuestro amor.
Eren: Nada de chicos entonces.
Mía: Yo no busco chicos, yo busco hombres, no me gustan de mi edad.
Cierro los ojos y me inclino hacia el suelo como si estuviera atándome los cordones.
Maldita erección que aparece en el peor momento.
Ares: Hablaremos con nuestros padres, nosotros te llevaremos, nosotros te traeremos así que puedes beber todo lo que quieras mi fuego.
Mía: ¡Gracias! ¡Los amo!
Salta infantilmente y nos da un beso a ambos cuando me vuelvo a levantar una vez que ya acomode mi polla para que no se note tanto.
Eren: Nosotros a tí.
Se va corriendo hacia dentro de la casa.
Ares: Será una noche larga, muy larga —asiento con la cabeza resignado al dolor de polla que sentiré en la noche— iré a solucionar mi problema.
Se va hacia el mismo lado donde se fue Mía, con la diferencia de que se con certeza que se va a masturbar a su habitación.
Maldita sea Mía y sus palabras.
¿Cómo puede decir que busca hombres y que no le gustan los de su edad cuando literalmente nosotros entramos en esas preferencias?
¿No sabe lo mucho que queremos ser esos hombres? No por supuesto que no lo sabe, por qué nunca se lo dijimos, ni se lo vamos a decir.
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Mía. 9°
RomanceNoveno libro de la saga Legado. (Independientes) 🍆{Ares}🍆 La dejamos ser feliz cuando presentó a su novio, no dijimos absolutamente nada pese a que no nos gustaba el hombre. Ahora, dos años después, viendo cómo dicho novio está con otra mientras m...