🔥CAPITULO 12🔥

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SIN EDITAR.

🌡️<<{Hunter}>>🌡️

Bajamos del departamento cuando empezamos a escuchar los gemidos de Mía, aunque, técnicamente estábamos en nuestra casa, sentíamos como si estuviéramos invadiendo su privacidad.

Nosotros vivimos un piso por debajo del departamento que Mía le compró al grandísimo imbécil de Luciano y aunque el edificio parece de los mejores y más caros, escuchamos los ruidos de los vecinos.

Así que aquí estamos en la vereda apoyados en un carro que no se de quien es, pero no me importa, mirando las paredes, el suelo, el cielo.

Pelotudeando para hacerlo más sencillo.

Mi hermano y Aimar se fueron hace mucho rato al mercado, les tocaba hacer la despensa.

Byron: ¿Ese es el carro de Luciano?

Me señala el carro que sale del estacionamiento a toda velocidad.

Hunter: Joder, sí, ¿En qué momento entro?

Momentos más tarde, en los que estábamos debatiendo si subir para ver qué estaban bien, Mía y sus hermanos aparecen frente a nosotros.

Mía: ¿Qué hacen?

Eren: ¿Está cómodo mi carro?

Me encojo de hombros.

Hunter: Algo.

Niega con una sonrisa en el rostro, pendejo, cualquiera que esté con Mía tendría esa sonrisa.

Aunque me asombra que siendo hermanos hagan esas cosas, no los juzgó, ella es hermosa, buena, una luz, ¿Quién no lo haría?

Eren: Se mueven, tenemos que salir.

Mía: ¿Me puedo llevar tu carro?

Mira al rubio que conozco como Ares.

Ares: Es todo tuyo, fuego, lo sabés.

Ambos le dan un beso delante de nuestros ojos y de cualquier persona que los vea y luego se giran y nos guiñan un ojo con una sonrisa.

Suertudos.

Nos mueven del carro y se montan uno en cada lado antes de salir rápido.

Dejamos de mirar la calle para mirarla, el sol más brillante que jamás había visto.

Byron: ¿Te vas?

Mía: Tengo que ir a la casa de Luciano.

Hunter: Te acompañamos.

Ni siquiera me puse a pensar en lo que dije, solo se que irá a la casa de esas personas y estará Luciano, no siento que esté muy contento con la nariz rota como debe de tenerla y menos si vio lo que ella hacía con sus hermanos.

Saco mi teléfono del bolsillo cuando vibra al mismo tiempo que el de Byron suena.

💬Grupo Mía: Él imbécil está en mi casa, pero acompañe la y cuidenla.

Eren fue el que envió ese mensaje.

Mía: No es necesario.

Byron: Claro que sí, cuando salgas de allí iremos a tomar el helado del que hablamos, Danilo y Aimar nos verán en la heladería.

Pone su brazo abrazando ambos hombros de ellos y la guía hasta el estacionamiento con una sonrisa mientras le saca charla para distraerla y que acepte llevarnos.

Nos montamos en un lujoso carro y ella arranca a una vertiginosa velocidad que hace que mi corazón se frene por unos momentos, pero llegamos sanos y salvos.

No sé si tanto, quizá deba ir a ver un cardiólogo.

Bajamos del carro y caminamos hacia una casa humilde, antes de que podamos golpear la puerta Mía se da la vuelta para mirarnos.

Mía: Sostenme esto —le da una cartera a Byron, saca unas gotas de ellas y se echa en los ojos, luego se abanica con las manos— síganme la corriente —se da la vuelta, vuelve otra vez a mirarnos— por favor.

Nos dice con lágrimas en sus ojos.

Supongo que para eso son las gotas.

Estas actitudes de ella no dejan de sorprenderme y encantarme en partes iguales.

Golpea la puerta y momentos más tarde es abierta por una señora de unos ¿50 años? Por ahí.

Es la madre del imbécil.

Layla: ¿Qué está pasando? ¿Le pasó algo a mi hijo? Pasen, por favor, pasen.

Entramos a la casa escuchando los sollozos de Mía, su padre se acerca también a nosotros al escuchar su llanto.

Luther: ¿Qué está pasando?

Layla: Ella llegó llorando, ¿Le pasó algo a Luciano?

Mía: Él… él está muy mal —muchos sollozos, Byron aprovecha ese momento para abrazarla— no puedo soportar más todo lo que me hace.

Finge calmarse un poco, pero igual las lágrimas siguen corriendo por su rostro, se separa de Byron para volver a mirar a los padres del imbécil.

Mía: Ellos son testigos de los maltratos que tiene para conmigo, constantemente está hablando solo, incluso me ha llegado a decir que está hablando con ustedes y solo está frente a la pared, yo no puedo seguir con esto.

Deja caer muchas lágrimas.

Mía: Le tengo mucho miedo, lo siento, pero necesito que le digan que no se me acerque más.

Layla: Oh, no, cielo, por favor no lo dejes, eso podría hacerle peor.

Mía: Lo siento, pero no puedo dejar que me siga hiriendo, me ha lanzado objetos que podrían herirme de gravedad, él necesita ayuda psicológica para tratar sus delirios.

<<Él… incluso trato de… de forzarme a tener sexo con él.>>

No sé si eso sea verdad o mentira, pero cuando ella baja su cabeza a sus manos soltando muchos sollozos, decido que lo mataré de igual forma.

La puerta se abre de golpe con un estruendoso ruido y cuando Mía ve que es Luciano se esconde detrás de mi cuerpo y el de Byron.

Luciano: ¡Ven aquí pequeña puta! ¡No te alcanzó con engañarme en mi propio departamento vienes a llorarle a mi familia!

Mía: No estuve…. Con… con nadie Luciano, estaba sola, tú lo viste.

Luciano: ¡Yo te vi con dos pollas dentro tuyo maldita puta de mierda, asquerosa poca cosa!

Mía da muchos pasos hacia atrás hasta que queda pegada a una pared, sus ojos se cierran con fuerza, una de sus manos se palmera el pecho cuando empieza a respirar con dificultad y la otra tiembla a su lado.

Luciano: ¡Deja de fingir hija de puta!

Empieza a caer lentamente por la pared y me acerco rápido para que no caiga.

No sé si es mentira o no, pero espero que sí.

Antes de poder agarrarla Luciano se me adelanta y la agarra de ambos hombros mientras la zamarrea y le grita lo puta que es.

Él pecho de ella ha dejado de moverse, su rostro se está poniendo morado y abre sus ojos lentamente.

Luciano es empujado con fuerza por su hermano Malik hacia el suelo y este lo golpea muchas veces en el rostro.

Byron y yo vamos hacia Mía que estaba en el suelo y así todo esto haya sido mentira la abrazo, la abrazo con fuerza y disfrutando del contacto.

Mía: Gracias.

Me susurra y me abraza con más fuerza.

Mía.  9°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora