- CAPÍTULO 2

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Pasaban las semanas y yo seguía igual. Iba mejorando cada vez más en mi entrenamiento. Pero exactamente dos meses después Arwen se tuvo que ir a una misión que le había dicho su padre. De la que no quisieron hablarme.

Estaba ya preparando sus cosas en el caballo para irse. Cuando me dijo que se iba, quise ir con ella pero ya asumí que no aunque se lo repetía.

- Rae, no puedo dejar que vengas. Es peligroso y además tengo que decirte algo. Sobre esto.

- Claro, dime, ¿qué pasa?- le pregunté.- se subió al caballo ya preparando las riendas.

- Te lo explicarán con más detalles cuando vuelva pero necesito que me ayudes. - no entendía. ¿Quién me lo iba a explicar? Cuando vuelva no vendré sola. - Arwen lo decía preocupada. ¿Cómo que no vendrá sola?- Legaré con un hobbit.

- ¿Un hobbit?- estaba flipando. - ¿Qué hace un hobbit aquí en Rivendell?

- No te lo puedo decir pero necesitaré que me ayudes a cuidarlo. Se está mueriendo de una manera y...- se calló. No puedo decirte más, me dijo que no te diera detalles. Que te los daría él cuando llegara.

- ¿Quién Arwen? Dímelo. - me lo estaba imaginando. No quería que fuese verdad. Arwen lo notó. No me lo podía creer. Los ojos se me empezaron a llenar de lágrimas.- Arwen dilo. Necesito saberlo, necesito escuchar su nombre y saber si es verdad.- ya me caían las lágrimas.

- Aragorn. - y con eso le dio una patada al caballo y se fue cabalgando muy rápido. No me moví. Me quedé dónde estaba, llorando y mirando como se alejaba en su caballo.

Mi tristeza se transformó en un ira. Me abandona por más de cuatro años y decide volver sin avisarme a mi. A su hermana.  No sabía que pensar, ni que hacer.

Decidí irme a mi cuarto y tumbarme para pensar en todo esto. No sabía ni cómo me sentía. No estaba enfadada con Arwen, de hecho todo lo contrario, estaba muy agradecida de que me lo dijera pero en cambio, con Aragorn...

Ya no sabía. Decidí esperar. Si Arwen decía la verdad esperaría a que viniese y ya sabré qué hacer en el momento.

Unas horas más tarde vi un caballo a lo lejos con dos figuras montadas a lo lejos desde el balcón de mi habitación. Lo reconocí. Arwen. Era verdad, llevaba un hobbit montado delante, y no parecía estar bien. De echo parecía estar muriéndose como me dijo.

Bajé corriendo a los establos para ayudarla con el hobbit.

Unos minutos después llegó. Parecía apurada y cansada.

- Coge al hobbit. Llévalo con mi padre. Rápido.- me dijo rápido.

Vi al hobbit. Pocas veces había visto a uno pero este no parecía estar nada bien. Tenía los ojos demasiado azules y estaba todo sudado. También estaba inconsciente aunque medio abría los ojos cada tres segundos. Pero no me fijé demasiado. Lo agarré y lo llevé corriendo con Elrond. Era muy poderoso y pasase lo que le pasase al hobbit tenía esperanza de que lo pudiera ayudar.

Sabía perfectamente dónde encontrarlo pero debía apurarme. Seguí corriendo lo más rápido que pude a su despacho dónde seguro qué el estaba ya preparado esperando mi llegada.

No me paré a llamar aunque la puerta estaba entreabierta. Había entrado varias veces a a su despacho pero lo había muchos ingredientes, pociones y herramientas esta vez que no sabía lo que hacer.

- Rae, rápido ponlo en la camilla, necesito que me ayudes.- me dijo en cuanto entré. Hice lo que me dijo y o me alejé unos pasos para dejarle trabajar. No vi lo que estaba haciendo ya que me tapaba y no quería incordiar pero escuchaba como decía una especie de hechizo en un idioma que no era élfico.

Siempre Juntos [El Señor De Los Anillos «Legolas»]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora