CAPÍTULO 5:

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Théodred estaba tumbado en una especie de camilla la cual varios soldados llevaban a los hombros. Caminando por el pueblo, todos los habitantes y demás soldados dejaban paso haciendo un pasillo con la cabeza inclinada. 

Detrás caminaba su padre, devastado. Y detrás suyo nosotros. El pueblo nos siguió y comenzó a caminar también a nuestras espaldas una vez que estábamos fuera de las murallas. 

Reinó el silencio todos esos minutos. Lo único que se escuchaba eran nuestros pasos por la tierra. 

Caminamos unos metros hasta que llegamos a la cripta. 

En la entrada visualicé a Eowyn. De luto, arreglada con su pelo recogido y una diadema de oro. Al ver a Théodred no pudo evitar llorar sus ojos cómo era lógico. Sentí lastima ya que me contó que al ser huérfana se crio con él. 

Tras unos instantes de silencio, Eowyn empezó a cantar. Su voz sonaba grave y temblando. La canción debía de ser de allí, desconocía el idioma y vi que algunas ciudadanas cerca suyo también la cantaban pero sin escucharse. Estas, también parecían estar muy afectadas por su muerte. 

La canción seguía y lo hacía con los movimientos de los guardias metiendo la camilla hacia dentro de la cripta. 

Observando esa escena me recordó al funeral de mis padres y sin razón alguna una pequeña lágrima bajó por mi rostro por los viejos tiempos y sentí no una si no dos manos agarrando la mía. Una era la de Gandalf y la otra la de Aragorn. Solo seguí mirando como poco a poco el cadaver desaparecía hasta no quedar nada. Entonces Eowyn terminó de cantar. 

La gente, su pueblo, poco a poco fue yéndose y volviendo a sus casas por el mismo lugar por el que habían venido. Unos minutos más tarde no quedaba nadie excepto el resto de la comunidad del anillo y decidimos retirarnos para dejar al rey Theodred se quedó hablando junto a la tumba con Gandalf. 

Mientras caminábamos hacia la puerta de las murallas nadie dijo nada, pero antes de entrar al pueblo nos paramos y giramos. No había nada alrededor, solo campo y tierras. Pero unos instantes después mi vista no miraba eso. Distinguí muy a lo lejos la figura de un caballo aparecer y pararse en una pequeña colina pero eso no me llamó la atención si no los jinetes. Eran dos niños, muy pequeños debían tener entre cinco y siete años pero de repente el que iba montado atrás se cayó. Así tal cual si mi vista no fallaba de desvaneció al suelo y los otros no parecían darse cuenta. 

- Traerme un caballo.- dije. 

- ¿Qué...?- preguntó Aragorn. 

- YA, rápido vamos. En unos segundos Gimili volvió con uno con sus riendas. Me monté y empecé a cabalgar hacia esa dirección. Escuché los gritos de Legolas, Gimili y mi hermano decir mi nombre pero los ignoré. Le di una patada al caballo y cuanto más me acercaba mejor lo distinguía. No me equivoqué. Era una niña y un niño. Él era el que estaba en el suelo y la niña más pequeña con lágrimas en la cara. 

Me bajé lo más rápido que pude nada más llegué a ellos. Me agaché para ver si el del suelo estaba vivo. Le tomé el pulso y respiraba, solo inconsciente. Entonces me dirigí a la niña que todavía estaba en el caballo. Me levante y me apoyé en el lomo. 

- Hola peque, me llamo Gilraen. 

- ¿Mi hermano está bien?- dijo sorbiéndose la nariz. 

- Si, si está bien. ¿Qué hacéis aquí los dos? ¿Estáis solos? ¿Y vuestra madre?- la niña solo subió los hombros como que no sabía nada y siguió llorando. 

- Ey, ey no llores. - la cogí de las caderas para bajarla del caballo y cogerla yo misma. - Aquí estás a salvo. Shh. Conmigo estás a salvo. - le acaricié el pelo y la acunaba y aunque se calmó, las lágrimas seguían saliendo. - Ey mírame. - la dejé en el suelo y me arrodillé para estar a su altura. Pasé mis manos por sus mejillas limpiando sus lágrimas dejando ver sus ojos. - Tienes unos ojos preciosos, ¿lo sabías?

Siempre Juntos [El Señor De Los Anillos «Legolas»]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora