- CAPÍTULO 2

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Un golpe, otro. Mi cabeza rebotaba contra una espalda. No sentía las manos, no sentía mi cuerpo pero sobre todo no sentía mi rodilla.

Abrí los ojos. Veía negro, una armadura. Estaba a la espalda de un orco. Estaba muy mareada. Mis manos atadas por las muñecas por delante del cuello del orco y yo colgando detrás cortándome la circulación por las muñecas. Mi pierna izquierda se iba dando golpes chocando con el cuerpo del orco. Intenté incorporarme un poco y mirarla. 

Estaba roja. De la rodilla para abajo entera bañada de sangre seca. Y la herida, no tenía buena pinta. El hueso estaba de nuevo roto o partido, no lo veía. Pero lo sentía y dolía. Intentaba mantenerme despierta. Había perdido demasiada sangre y sentía como en cualquier momento me desmayaba de nuevo. Intenté acordarme de lo que había pasado. 

No sabía cuanto tiempo había pasado, dos, tres días tal vez de la pelea. De la muerte de Boromir. Esa ultima mirada cuando estaba en el suelo tendido. Aragorn peleando con el orco y Legolas gritando mi nombre corriendo hacia mí.

Pensaba, ojalá nada de esto hubiera sucedido. Gandalf, ahora Boromir y yo siendo llevada a saber dónde con dos hobbits por un ejército de tal vez treinta orcos. 

Tal vez debería haber escuchado a Aragorn y debería haberme quedado en Rivendell. No. Tenía que arreglar las cosas.

No tenía movilidad pero debía localizar a Merry y a Pippin. Entorné mis ojos para ver mejor y justo delante del orco mío, localicé dos cabeceras rubias, una más que otra. Tenía que esperar a estar más cerca. 

Pasó un rato y me di por rendida hasta que el orco en el que iba Pippin se quedó un poco atrás quedando el hobbit justo a mi lado. Estaba a punto de desmayarme otra vez lo sentía, mis ojos se estaban empezando a cerrar pero entonces me hablaron. 

- Rae. ¡Rae! No te duermas. - me dijo Pippin susurrando. 

- Mmm. - no podía dormirme. Abrí los ojos lentamente y Pippin sonrió. De alegría pero de tristeza también. 

- De verdad que no sabes lo que me alegro de verte viva. - dijo casi sollozando. - No sabía nada de ti y...- hizo una pausa y se sorbió la nariz- Merry no se despierta. Estuvo despierto y creíamos los dos que te habías muerto pero se durmió y ya no se despierta. 

- Estará bien. Tenemos..- empecé como pude. Me costaba mucho hablar.- Tenemos que intentar salir de aquí. De repente todos los orcos se pararon de golpe a lo que quedamos justo a al lado de Merry. 

- ¡Merry! Merry.- le susurraba pero no se despertaba. 

- Está vivo. Se nota su respiración. - eso pareció quitarle toda la presión que tenía encima a Pippin. Iba a decir algo pero le mandé callar porque empecé a escuchar a los orcos hablar lo que nos podría dar alguna pista de adónde íbamos. 

Levanté un poco la cabeza para ver lo que pasaba y un par de orcos salieron de escondidos de detrás de unas piedras. 

- Llegáis tarde. Nuestro señor se impacienta. -¿nuestro señor? ¿quién sería? No tenía tampoco idea de dónde estábamos ni hacia dónde nos llevaban. Tenía que seguir escuchando. - Reclama ya a esas ratas de la comarca y a esa chica que decís de ser tan especial. 

- No acepto ordenes de orcos gusano. - le respondió uno de los orcos de nuestra manada. - Saruman tendrá su presa. Los entregaremos a tiempo.- Oh no. Saruman. Debían de estar llevándonos a Isengard. Según Gandalf, este se había cambiado de bando por lo que no debía ser nada bueno que nos llevaran ahí. 

Observé alrededor. Los orcos no eran criaturas agradables. Tenían un horrible aspecto con la cara arrugada y no agradaba estar rodeado de una manada sobre todo estando herida pero tenía que calmarme y pensar en algo. Volví a la realidad y empecé a escuchar unos sonidos raros que venían de Merry. Me giré y le vi. Parecía que se estaba ahogando. 

Siempre Juntos [El Señor De Los Anillos «Legolas»]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora