septimo dia del nombre

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capítulo cuatro
séptimo día del nombre

capítulo cuatroséptimo día del nombre

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117 d.c.

...Rhaenyra y su hija podían tener muchas diferencias, discutir a menudo por su pesado temperamento, pero a pesar de todo, ella amaba a su madre con todo su ser, hablándose de que cuando la vió morir incinerada por el dragón de su tío, una parte de ella terminó de morir con su madre y en reemplazo, sólo fue lugar para que el odio hacia el usurpador y toda su sangre creciera aún más.

—Archimaestre Gyldayn.

EL SEPTIMO DÍA DEL NOMBRE había llegado a la princesa Visenya

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EL SEPTIMO DÍA DEL NOMBRE había llegado a la princesa Visenya.

Sus padres estaban exhaustos de correr tras la niña, quien escapaba por los pasadizos entre las paredes, siendo perseguida por su guardia real. El no daba brazo a torcer, pero le daba risa ver como en ocasiones ella dejaba atraparse por Sir Erryk para luego escapar entre risas y causar mayor estrés en su guardia.

El se divertía, si lo hacia. Le divertía ver como aquella princesa hacia todo lo posible por escapar de sus deberes reales, le divertía seguirla a escondidas cuando bajaba hacia el pueblo con tan solo una capa cubriendo su cabello. Pero su pasatiempo favorito era cuando la menor aparecía con dos espadas de madera y el no le negaba cuando deseaba aprender.

Cuando por fin ella abandonó los pasajes, el hombre se dio cuenta de que lo había llevado a la sala del trono, encontrándose con el rey Viserys, sentado en el mientras que acompañaba a la mujer de cabellos rojos quien decoraba con las damas el lugar que mas tarde iba a ser usado para un baile en honor a el séptimo día del nombre de la princesa Visenya.

Sir Erryk sintió como toda su sangre abandonaba su rostro cuando el rey noto la presencia de la pequeña. Era una situación difícil, la princesa no debía estar allí. Pero al hombre de cabellos platinados no le importó y la tomo en brazos, sentándose con ella en el trono, bajo la atenta mirada de su esposa y de el caballero.

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