C a p í t u l o 25

218 14 5
                                    

S I L V I A

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

S I L V I A

Prácticamente entro en la casa saltando después de haber recibido el mensaje de texto de Jorge para llegar a casa lo antes posible. Sé que me esperan varios orgasmos, ya que anoche pasé la noche en casa de Kate y no con la polla de Jorge dentro de mí.

—¡Cariño! —grito mientras corro hacia la casa. Pero me detengo en seco cuando veo las maletas junto al vestíbulo.

¡Oh! ¿Vamos a algún sitio?

Subo corriendo las escaleras. —Jorge, ¿a dónde... —empiezo cuando lo veo sentado en mi dormitorio, sobre mi cama, mirando el suelo.

—¿Vamos? —Me detengo y ladeo la cabeza hacia un lado—. Oye, ¿qué pasa? ¿Por qué esa cara larga? —Voy a sentarme en su regazo, que se ha convertido en mi asiento habitual si él y yo estamos en la misma habitación, pero no me deja.

—No puedo, si estás sentada en mi regazo, Silv. —Me dice mientras levanta los brazos para evitar que me acerque más.

—No puedes... ¿qué?

Traga saliva y da una palmada en el asiento de al lado. Tomo el asiento y miro al hombre al que he llegado a amar en tan poco tiempo, pero que al mismo tiempo he amado en cierta medida durante la mayor parte de mi vida.

—Cariño, me estás asustando, ¿qué pasa?

Le froto la nuca y me apoyo en él.

—Podemos arreglarlo, sea lo que sea.

—No, Silvia. No podemos. Esto no. Y lo siento mucho, lo he jodido todo. Yo... lo arruiné todo.

—¿Cómo?

—No sé cómo pensé que esto podría funcionar.

El miedo se apodera de mi corazón. No puede decir eso... no hay manera.

—¿Puedes aclarar lo que quieres decir?

—Tú y yo, Silv. ¿Cómo diablos pensé que esto podría funcionar? —Se levanta y me mira.

—¡Soy tu maldito padrastro!

Me quedo con la boca abierta.

—Sí, pero estamos bien. Nadie lo sabe.

He aprendido a leerlo muy bien y veo que está más asustado que enfadado, pero lo que no sé es por qué.

Mantén la calma, Silv.

—¡Nosotros lo sabemos!

—Bien... no estoy segura de qué decir a eso. Entonces, ¿estamos preocupados porque la gente potencialmente nos descubra?

—¿Cómo vamos a decírselo a tus abuelos, eh? ¿CÓMO?

—Dijimos que cuando fuera el momento adecuado. Tal vez en un año o dos años o cuando sea. Jorge, estás enloqueciendo.

Amor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora