E p í l o g o

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S I L V I A

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S I L V I A

Cinco años después.

—¿Y qué cree que está haciendo, señora Salinas? —Oigo desde detrás de mí antes de que unas manos rodean mi vientre hinchado y me levantan del pequeño taburete.

Intento guardar algo en nuestra recién decorada habitación infantil mientras nos preparamos para nuestro primer bebé. Tengo ocho meses y Jorge y yo estamos más que emocionados por conocer a nuestro bebé.

—¡Estoy tratando de limpiar!

—Y acordamos que guardaría todo lo que esté por encima del nivel de tus ojos, si no recuerdo mal.

Pongo los ojos en blanco.

—Lo siento, papi —digo con sorna y ladeando la cabeza.

Me empuja contra la pared y me saca los pechos de la camiseta de tirantes que llevo. Los empuja juntos y pasa su lengua por ambos pezones, incluido mi piercing, que está disfrutando al máximo ahora antes de que tenga que salir.

—Sabes que ahora me va a encantar oírte llamarme así todo el tiempo.

Deja un último beso en cada pezón antes de volver a meterlos en mi camiseta.

—No quiero que te subas a nada, mi terca pero muy sexy esposa, ¿entendido?

—Bieeeen.

Me toma de la mano y me saca del cuarto de niños y me lleva por el pasillo hasta nuestro dormitorio.

Dejamos Maryland durante mi segundo año de universidad y nos trasladamos al otro lado del país, a Colorado. Jorge consiguió un trabajo en un consejo escolar en uno de sus condados y yo entré en la Universidad de Colorado para estudiar Psicología y Estudios Familiares. Nos pasamos prácticamente todo el primer año esquiando y follando, con muy poco tiempo entre medias.

Tras mi graduación, en la que me propuso matrimonio delante de mis abuelos, sus hermanos y sus padres, nos casamos un año después y, unos cinco segundos más tarde, quedé embarazada.

Acabamos de comprar esta casa y me encanta el espacio y el hecho de que toda nuestra familia tenga un lugar donde quedarse cuando vienen de visita.

Al principio fue muy duro contarle a todo el mundo la transición de nuestro amor. Sorprendentemente, nuestros mayores defensores fueron mis abuelos. Al principio no les gustó, claro, pero cuando vieron lo grande y hermoso que era nuestro amor, se animaron rápidamente. A los padres de Jorge les costó un poco más convencerlos, pero, como un reloj, en cuanto se enteraron de que estaba embarazada, cualquier animosidad o malestar por nuestra situación desapareció.

Incluso Micah, con quien no he hablado desde aquel día, parecía haber hecho las paces con mi relación con Jorge. De alguna manera, y no me permito pensar en cómo, se enteró de dónde vivía y de que estaba embarazada porque un día apareció un misterioso paquete lleno de ropa de bebé y juguetes. Cuando lo abrí, había una foto que nunca había visto antes de mí y de lo que parecía un Micah muy joven y mi madre abrazándome. Rompí a llorar y lloré durante tres días.

Lágrimas de felicidad.

Salgo de mis pensamientos cuando Jorge me tumba en la cama y se cierne sobre mí, antes de inclinarse para besar mis labios y luego recorrer mi cuerpo para hacer su charla diaria con nuestro hijo.

—Hola, pequeño, soy papá. Siento no haber hablado contigo esta mañana. Mamá estaba súper gruñona y me dijo que tenía que hablar con su coño primero…

Le doy un manotazo. —¡Jorge!

—¿Me equivoco? —Levanta una mano.

—Shh, hablando con mi hijo. De todas formas, espero que te lo estés pasando muy bien ahí dentro, estoy pensando en darle de comer a mamá italiano esta noche, ¿qué te parece? —Pone su oreja en mi estómago y aunque pongo los ojos en blanco, no puedo evitar la sonrisa que encuentra mi cara por lo dulce que es.

—Dice que está abajo.

—Ah, ¿sí? Pues asegúrate de que sepa que tiene que mantenerse ahí abajo. —Me río mientras vuelvo a caer en las almohadas y él vuelve a subir y me rodea con sus brazos.

—Mi dulce, Silv.

Me acaricia la oreja mientras sigue acariciando mi estómago.

—¿Hmmm?

—Estoy muy feliz, ¿lo sabes?

—Podría haberlo adivinado, sí. —Sonrío—. Yo también estoy muy feliz, Jorge. Gracias por traernos aquí. A donde podemos ser nosotros y simplemente ser felices y libres.

—Para siempre, cariño.

—Para siempre, cariño

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Amor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora