.• San •.

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Con la salida del sol los gatos disfrutan estar bajo de su luz mostrando sus pancitas, así recibir el calor del amanecer y la suave brisa de una mañana tranquila.

El jardín de su casa era el lugar ideal para descansar, recibiendo su vitamina diaria. Luego de un desayuno a base de yogurt sin sabor y un poco de cereales, San fue a recostarse en su patio. El pasto estaba creciendo de a poco y el sol estaba en su mejor punto como para no disfrutarlo. Estiró sus patas tronando sus huesos y ronroneando con gusto.

El césped le embriagaba los sentidos mientras se amoldaba a su cuerpo como una suave cama de plumas. Le hacía ronronear a su cuerpo adormilado, calmaba todos sus sentidos. Su rutina favorita en el día.

Solo que, en esta mañana, la puerta que lleva al jardín se azotó con fuerza en un estruendo que lo asustó, y de ella, apareció la imagen de un Alfa con sus cejas unidas y su aroma amargo que se expandió en furia en todo el ambiente, causando que tapara su nariz inconscientemente.

¡¡¡CHOI SAN!!!

Oh no.

Su pareja estaba frente a él, con la manos en su cintura y un semblante de poco amigos. Su aroma era demasiado asqueroso para soportar, hizo gruñir a su Alfa interno por el reclamo de autoridad que trataba de imponer.

En una situación así, donde dos Alfas están enfrentados y uno de ellos libera sus feromonas, logra que el hedor ponga a cualquier otro Alfa a la defensiva, causando que muestre sus garras y dientes y tenga deseos de ir al ataque directo al cuello para acabar con la otra figura que reclama autoridad en su territorio.

Pero, por supuesto, San es un gatito domesticado que sabe controlar muy bien a su animal interior, y por más que su minino gruña alzando su lomo mientras erizaba sus cabellos, tiene el poder suficiente sobre él para recostarlo en el suelo dentro suyo. Con una caricia en su cabeza negrita haciéndole refunfuñar bajito por impedirle ir al ataque a su amado.

Haciéndole comprender, otra vez, que la pareja con la que están siempre era temperamental, pero sin buscar pelea a muerte como los primitivos lobos normales.

¡Explícame esto! –le mostró la pantalla de su teléfono desde arriba. San soltó un ligero sonido de confusión volviendo a su forma humana para enfocar su vista en el aparato.

Era una imagen de uno de sus amigos más queridos de espalda (lo reconocía por su cabello y orejas), un dedo de su pareja estaba bajando un poco el camisón que éste tenía, dejando al descubierto el principio de su espalda. En otras circunstancias se hubiera enojado con su pareja por estar viendo la nuca de otro que no sea él, pero en esta oportunidad, su vista se enfocó en la marca roja de mordida que tenía el de la foto en esa zona.

Ah, ya podía asimilar por donde iba todo esto, pero aún así volteó a su pareja esperando que dijera algo más.

¡Acabas de dejar una puta marca a YeoSang en el cuello!

San trona su cuello emitiendo un sonido de disgusto. Estaba en lo cierto, recuerda haber hecho eso, no obstante, no esperaba que su pareja se diera cuenta tan pronto y viniera a interrumpir su siesta mañanera.

No es su cuello, es en su nuca. –aclaró a pesar de que el contrario estuviera asesinándolo de mil maneras con la mirada– Puedo explicar eso ¿Y cómo se la viste y pudiste sacarle una foto sin que te huyera?

– ¡Eso no importa ahora, te dije que me explicara esto ahora! –volvió a señalar el aparato en sus manos haciendo un sonido con sus uñas largas chocando con el cristal, podía notar que su animal interno estaba alterado, maullando con su lomo alzándose cada vez más, gruñendo con sus pupilas contraídas, y por consecuencia alterando al gato de San también, poniéndose alerta de nuevo.

¡Moo! - [Seonghwa Harem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora