D i e c i n u e v e

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—¡¿Qué está pasando aquí?!.

El grito de mi madre nos pone alerta a las y yo me levantó primero del sofá.

Apago el televisor y palmeo a Layla quien gruñe al ver que hay alguien más en la sala.

—Jan ¿me puedes explicar que narices hace ella aquí?

—Yo la invite —salto —. Estaba teniendo un día de mierda y sabes que me alegro porque ha servido para reconciliarnos.

Mi madre se queda estupefacta por mi elección de palabras y mi tono de voz. Se lleva ambas manos a la cintura y me fulmina con la mirada mientras Layla se incorpora a un lado mío.

—¿Qué hora es?

—Yo te diré que hora es niña, ¡es la hora de que te vayas de mi casa!.

—¡Mamá!

—Ya siéntese señora ya me iba.

—No tú te quedas —alego.

—Esas actitudes no te las voy a permitir en mi casa Jan así que o le dices a esta señorita que se vaya o te vas con ella, así de simple.

—Perfecto, vámonos Layla.

Tomo a mi mejor amiga de la mano y sin mirar a mi mamá a los ojos paso por un lado de ella. No me detiene ni vuelve a darme otra advertencia, no cree que me iré de aquí pero esta demasiado equivocada.

—He dejado mi bolso dentro —comenta mi amiga cuando ya hemos llegado a la banqueta.

—Volveré por ellos mañana, o el fin de semana cuando ella no esté en la casa, ¿de acuerdo?.

Asiente y comienza a reírse.

—¿Qué tienes?

—Jan tu no eres así, en serio que valoro mucho que me hayas perdonado pero no puedes usarme de pretexto solo porque estas enojada con tu madre, no esta bien.

—Tampoco estuvo bien que te hablara de esa forma —informo.

—Es cierto pero no necesito que salgas a defenderme, puedo hacerlo por mi cuenta y lo sabes. Piensa en el mañana ¿que pasaría si de un día para otro ya no estuvieran?.

Se porque lo mencionaba, tal vez Layla no había hablado mucho del tema pero se que pasó las primeras semanas atendiendo a la pequeña Elena mientras su madre se encargaba de buscarle una buena familia o al menos eso es lo que tenía que hacerse creer a si misma.

—Aun así, no creo que escuchar uno de sus sermones a esta hora sea algo que me apetezca —ladeo la cabeza —. Me quedo contigo.

—No puedes, mi madre se pone igual de loca, antes di que aquí nos fue bien. Salimos en una sola pieza.

NO RULES  © NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora