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El tráfico es una auténtica molestia.

No. Es una porquería.

No podía ser que hoy, el día en que su sobrino A-Ling cumplía su quinto año de vida y todos se reunían a celebrar en una fiesta temática de Pikachu, a él le pasara esto.

Jiang Wanyin era profesor de Derecho en una universidad muy prestigiosa de su ciudad, de ese lugar es de dónde venía después de haber terminado su última clase y recoger la enorme caja recién forrada que sería el regalo de Jin Ling, lo que no tenía previsto es la enorme multitud de autos a la que se enfrentaría.

"¿Ya vienes? Mamá está impaciente..."

El mensaje de Wuxian se leía sobre la multitud de notificaciones de su móvil. Por supuesto que su madre estaría impaciente, si era una mujer tan perfeccionista y puntual, y él, él era un mal chiste de todo el asunto.

"Si. Pronto llegaré"

Aunque la larga fila de automóviles decía todo lo contrario.

En eso estaba cuando todo comenzó.

Wanyin revisaba su móvil, verificando su correo repleto de noticias y tareas sin revisar, cuando de pronto observó una gran multitud correr. Si bien, siempre era normal ver a manifestantes llenar las calles (lo cual pensó erróneamente sería lo peor que podría ocurrir en aquel momento) esta vez lucía diferente. Corrían alarmados, aterrados como si un cadáver feroz corriera tras de ello.

¡Demonios! En ese momento debió de haber hecho lo mismo.

O cuando los helicópteros pasaron sobre ellos y los estruendos comenzaban.

No entendía lo que pasaba.

Solo entendía que todos corrían desesperados sin rumbo alguno por su vida y paralizado observó el porqué.

A su lado, una familia llenaba el automóvil, la ventanilla baja del copiloto fue invadida por una mujer, ¡Pero que mujer! Lucía andrajosa, con la ropa manchada de sangre y piel desgarrada, su rostro no lucía cuerdo y un líquido negro viscoso descendía desde su boca. Para su asombro, se lanzó al interior del automóvil e hincó sus dientes sobre la mujer que gritaba con dolor y comenzó a devorar la piel.

En otros automóviles, incluso en las mismas personas de las calles eran atacadas de aquella forma.

A los pocos segundos las víctimas comenzaban a convulsionar y reaccionaban como los atacantes.

¿Qué demonios...?

Y sucedió.

Un niño, no, un... ¿Cadáver feroz? Golpeaba con insistencia el vidrio de la ventanilla. Lucia furioso. Verdaderamente furioso, lleno de locura, no lucía humano, parecía más un animal depredador o desquiciado. Golpeaba con fuerza tratando de entrar. El cristal, crujió, pronto se quebraría. Paralizado solo podía observar a aquel violento niño que estrellaba una y otra vez su rostro con el fin de alcanzarlo.

Tan inmerso estaba que no pudo detener a la persona que ingresó de golpe al asiento de copiloto del automóvil y gritó:

-Muevete. Empieza a conducir. ¿O quieres morir?

Miró sus ojos, dos esferas marrones llenos de adrenalina pura y asintió.

Cambió su rostro por uno de fiereza y con destreza tomó el volante, manejó y rozó los automóviles dejando al pequeño infectado en las calles, todos corrían, uno a otro eran atacados. Las calles eran un caos, sangre y gritos, los automóviles eran volcados. Tuvo que sostener con fuerza el volante y librar a las personas (aunque puede que atropellara a unos cuantos) y los infectados que trataban por tomarlos.

Living Dead ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora