Cap 8

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Mítica Rivera.

Estos días han transcurrido normal en todo, casi no volví a encontrarme con Abdel, a decir verdad ignoro el hecho de que estudie ahí mismo. Y lo mejor de lo mejor es que se acerca el cumpleaños de Jared y el mío, cumpliremos 17 este 13 de julio faltan ya pocos días, joder lo que sé es que este cumpleaños estará de locos, escuché que Jared ha invitar al rededor de 500 personas del negocio o otras de amigos más cercanos, las de negocios son aproximadamente de nuestra edad para los 25, él ya ha  estado organizando todo yo solo me encargo de las botanas para esa noche, mi hermano adora el chocolate, así que haré una fuente gigante de chocolate para él, cientos y miles de pasteles y pastelillos de chocolate solo para él. Ya me imagino su rostro al ver tanto chocolate ese día.

Estoy emocionada porque ese día llegue ya, no puedo esconder y no quiero esconder mi felicidad, padre y madre no están pero...estamos Jared y yo.

Salgo de mi habitación para ir a la cocina comer algo e ir al colegio, si salgo unos minutos tarde es más que seguro que llegue tarde. Joder. Yo y mi semejante pereza de levantarme temprano es un problema ya.

Me encuentro con Jared en la cocina, nos saludamos y como siempre da un beso en mi frente.

Comemos unos sandwiches.

Me subo a el auto pero justamente a mitad de camino se queda sin combustible.

Noooooooo. Bufo internamente.

Que mala suerte la que me cargo.

Veo como un auto se estaciona por mi lado y ahí va mi mente a crear un escenario.

Los cabellos ondulados y pelirrojos caen por su frente blanca y sus pomulos con pecas, ese perfil tan refinado.

Observo cómo se dibuja una sonrisa por al lado y voltea a verme a través de adentro de su auto.

—Te quedaste varada—me tira en cara

—Vaya que te encanta recordarmelo —rio frustrada, ¡llegaré a clases tarde! Otra vez, joder.

—okey ya tranqui yo te llevo y que tú auto lo lleven con un mecánico —me ofrece la opción —¿Que te parece?

Pienso un momento su petición y bueno ¿me quedaba  de otra?

—Hmmmm—dudé por unos segundos. Él se hechó a reír cuando vio como entrecerraba los ojos.

—Ya dale, no seas orgullosa —me dijo

—No soy orgullosa —tomé mi bolso y mochila de mi auto marque un número con mi celular y solicité el mecánico de la familia para que se llevase mi auto.

Me subí en el auto de Abdel, era un auto lujoso y bien cuidado, dentro tenía una alfombra de color roja, noté que habían unas manchas pero no logré distinguir de qué. Por mis fosas nasales entró el escandaloso olor de su perfume era una mezcla como de vainilla y maderoso. Olía bien a decir verdad. En todo el auto invadía su vibra y su perfume, prendió la radio de su auto y comenzó a sonar una canción que ya conocía Summertime Sadness de Lana del Rey una de mis canciones favoritas, empecé a tiretear la canción pero ví como Abdel iba a cambiar la canción. Voltee en seco hacia el.

—No la cambies —reproche de brazos cruzados, ví como su rostro se torno confundido con el ceño semifruncido.

—¿Okey?—terminó diciendo, luego pasó a tener una sonrisa en su rostro al ver cómo seguía tarateando la canción. Y tiro una carcajada de la nada que me asustó.

—Eres extremadamente raro ¿Sabías?—inquirí dramática.

—¿Has escuchado bien la letra Mítica?—me preguntó y cuando pronunció mi nombre se me erizó la piel. Pero me ofendió la pregunta.

—Dios—exclame comprendiendo a qué se refería es que acaso—¡¿No te gustan las canciones de Lana del Ley?!—pregunte tapando mi boca.

—Lo miras como si fuera cosa de otro mundo—me dice y rueda los ojos. — es cierto que a la mayoría le gustan sus canciones o ella ...—hace una pausa— pero...

Lo callo antes de que diga algo.

—No, no, tienes que escuchar más canciones están re buenas, no me jodas Abdel—dicho lo último veo como una sonrisa pícara se entorna en su rostro .

Es que acaso tiene mente de pervertido y dió un segundo entendido a eso.

Lo miro indignada.

—Vale escucharé más —rie—pero no es mi culpa si no me gustan . Además si yo escucho tus canciones ¿Que gano yo? — pregunta .

—¿Qué ganas?—repito la pregunta, me quedo pensando para una respuesta. — pues ganas un buen gusto musical—sonrio de lado.

Él se hecha a reír tapando su rostro con el volante del auto .

No entiendo su acción o el porqué lo hizo y me le quedo viendo con cierta curiosidad.

—Pensé que lo de inocente en tí era fachada, pero me he dado cuenta que no ¿verdad?—ante esa pregunta siento mis mejillas arder y mis ojos se vuelven como platos.

—Acaso...—me atrevo a decir, veo que viene otra risa de él y golpeo su hombro— oye casi nunca salgo de casa—le respondo molesta.

—Vale vale no te enojes —me dice entre risas.

Y en ese momento él voltea a verme fijamente, pasan unos segundos con la mirada y ambos estudiamos nuestros rostros, sus pecas, su piel, su sonrisa, sus ojos ...sus labios, mi mirada baja a sus labios.

El lo nota y siento mis mejillas ruborizarse de nuevo.

Él traga grueso, lo puedo notar y también baja su mirada en mis labios.

Siento como se acerca y mis nervios se ponen a mil.

Un auto bocina contra nosotros al estar varados en un área circulante.

Eso nos saca a ambos de nuestros pensamientos, escucho como carraspea la garganta y conduce, de ahí el camino se sintió una tensión en el auto.

No encontraba el tiempo en que llegáramos quería aire necesito respirar ondo.

Llegamos al colegio y bajé con mis cosas, antes de eso el salio y abrió la puerta del auto para mí. Agradecí solo con un asentimiento.

—Gracias—pronuncie apenas aún estaba con los nervios de a mil.

—No hay de que—me dijo y su tono relajado me transmitió seguridad.

—Vale hasta pronto—ya respondí con más calma.

Al darme la vuelta y despedirme con un apretón, me encuentro con mi hermano en el marco de la puerta de la entrada al colegio. Ví como examinó a quién traía por detrás . Su mirada no tuvo descaro al escanear hasta lo último de Abdel.

—Hola—saludé con una amplia sonrisa en el rostro.

¿Olvidé decir lo tóxico y celoso que puede llegar a ser mi hermano?

Bien detrás de esa carita bonita, muy al fondo se encuentra a quien me gusta llamar como Jad el aleja chicos.

Veo como se cruza de brazos y me mira de pies a cabeza.

—Espero sigas virgen MÍtica.

Dicho eso le golpeo el hombro por sus ocurrencias y solo ríe tratando de esquivar mis golpes. Toma mis cosas y damos paso a nuestras clases

Este día no será normal.

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