CAPITULO 23

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―¿Es realmente la última de tus cosas? —preguntó Kai mientras dejaba sobre la cama una caja que contenía la máquina de coser y los suministros de Taehyung.

—Sí. Viajo ligero —dijo Taehyung.

Se había estado quedando en el sofá de Dahyun por más de una semana, y esperaba una cama real esa noche, incluso si la permanencia de esta mudanza lo inquietaba un poco. Él realmente lo estaba haciendo, realmente se estaba comprometiendo con San Diego para el próximo año. Su estómago dio una punzada infeliz, recordándole que todo lo que había desayunado eran nervios y una barra de proteínas.

—Mi madre enviará más de mi ropa y cosas, pero no es como que vaya a necesitar el pesado equipo de lluvia y de invierno aquí.

—Bueno, deberías sentirte libre de hacer tuyo este espacio. Si quieres colocar arte en las paredes o algo así. —Kai no había sido nada más que útil, tratando de presentarle a Taehyung su nuevo vecindario y ser su autoproclamado guía turístico en San Diego.

—Oh, eso me recuerda que tengo algo para las paredes. —Taehyung buscó en una caja de cartón en el suelo, y sacó los grandes dibujos que las chicas habían hecho para él. La brillantina llovió sobre la alfombra beige mientras colgaba las imágenes sobre la cama, pero los garabatos de colores brillantes hicieron que la habitación se sintiera más hogareña al instante. Y le hizo echar de menos a las niñas mucho más. Echaba de menos leerles historias y escucharlas jugar y cenar...

Detente. No podía seguir pensando en lo que estaba dejando atrás. El verano había tenido que terminar de una forma u otra. Él nunca fue destinado a ser más que un buen amigo de la familia para ellos, y anhelar más era inútil. Y Dios sabía que estaba teniendo suficiente anhelo inútil en lo que a su parte respectaba. No necesitaba preocuparse por las chicas también. En este momento, estaban en el festival en Fresno con Seokjin y su madre. Le había enviado un mensaje de texto a Seokjin para que tuvieran un buen viaje, y Seokjin respondió que le enviaría fotos la próxima semana del primer día en el jardín de infantes de las niñas. Todo era muy civil y amigable, exactamente lo que le había prometido. Él no estaba saliendo furioso de sus vidas, pero todo se sentía hueco, una sombra de lo que esperaba.

—Se ven geniales. —Kai miró alrededor de la austera habitación. Era apenas lo suficientemente ancha como para que cupiera la cama y el escritorio que el ocupante anterior había dejado atrás. —¿Estás seguro que no querías la habitación más grande?

—Nah amigo, la renta es más alta por esa.

Kai había dividido el departamento con otros dos estudiantes graduados, pero cuando ambos salieron del estado para estudiar sus doctorados, se había quedado abandonado con una renta alta y sin compañeros de cuarto. Pero Kai era un experto en redes, captando a Taehyung luego de su encuentro en casa de Yoongi y a otro tipo de un anuncio en su escuela.

—Sí, pero esta está más cerca de la mía. —Kai le guiñó un ojo—. Y tal vez quiero que el otro inquilino tenga que pasar por mi puerta de camino a la ducha...

—Eres horrible. —Taehyung se rio y le tiró una almohada—. El tipo ni siquiera se mudó aún y ya estás pensando en hacer movimientos. Además, pensaba que todavía estabas colgado por Yoongi.

—Eh. —Kai se encogió de hombros y le arrojó la almohada de regreso. —Es lo suficientemente bueno y folla como un sueño, pero claramente nunca va a suceder, así que bien podría seguir adelante, ¿sabes?

—Sí —dijo Taehyung débilmente.

Seguir adelante. Algo que sabía que necesitaría hacer eventualmente, y aun así, todavía se resistía como la mierda. Y ver a Kai revolotear de enamoramiento en enamoramiento debía inspirarlo a soltar su obsesión por Seokjin, pero en realidad tenía el efecto opuesto. Lo que Kai tenía por Yoongi era lo que Taehyung había tenido por Seokjin hacía ocho años. Una saludable dosis de adoración por el héroe mezclado con atracción física y una gran cantidad de ilusión e idealización de lo que podría ser en una tierra de fantasía. En ese entonces, Taehyung realmente no había visto a Seokjin por quien era realmente, todo lo que había visto era al mítico chico perfecto para sus fantasías. No había sabido que a Seokjin le costaba la imaginación, pero que podría manejar la logística y el orden como nadie más, no había sabido que tenía temperamento, pero también un alma gentil que desmentía su exterior a menudo pedregoso, no había sabido que Seokjin prefería la carne roja al pollo o que él probablemente todavía estará cortando la comida de sus hijas cuando tengan quince años.

ROMPECABEZAS (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora