Capítulo 1

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Punto de vista de Jenna.

Me serví una taza de café de la cafetera asquerosa esta que compra Pepito, cómo se puede soportar a un hombre tan poco, es mi jefe si, pero es el culpable de todo.

—Jenna, acordate que tenés que hacer la evaluación al nuevo. —me dijo Sampaoli. Asentí levemente y tomé un sorbo del café.

Saqué mi teléfono de mi bolsillo trasero del pantalón y me metí en Instagram, tecleando el mismo usuario de siempre: lucasocampos11. Nada cero historias y cero interacciones con la gente.

Miro hacia mi lado y me doy cuenta que esta Erik observando con detención lo que hago con el teléfono, luego me mira y alza una ceja.

—Eres un cotilla que lo sepas. —dije guardando mi teléfono.

—Ya sé, pero Jenna, ¿por qué no hablas con él? —preguntó, me encogí de hombros.

—Porque no quiero, Erik. —respondí, como si fuese tan simple eso.

—Ya bueno. Yo lo que creo es que querés pero no estás lista, porque crees que te vas hacer más daño.

—Ah. Que a parte de futbolista, eres psicólogo. —me rio y él me sonríe de vuelta.

—Jenna, si tanto le extrañás, llámale. —dejó encima de la mesa su termo lleno de mate y se dirigió hacia la puerta.

—Erik. —le llamé. —¿sabes si Lucas ha vuelto ya a Ámsterdam?

—No tengo idea.

—¿y sabes quien es el nuevo? —Lamela se encogió de hombros diciendo que no lo sabía.

Y una mierda, aquí todos lo sabían menos yo.

Me dirigí hacia mí oficina y no me fijé en la persona que había sentada en el sillón verde con la equipación de entrenamiento del Sevilla.

—Hola, siento llegar tarde es que si no me tomo un café por las mañanas no soy persona. —me reí un poco sin mirar a la persona que estaba tras mi espalda.

—Hola, Jen.

Su voz, su acento argentino, su forma de pronunciar Jen me estremeció por completo, y al girarme, estaba ahí, Lucas Ocampos. El amor de mi vida.

—Lucas. —conseguí pronunciar en un hilo de voz.

Dejé todo lo que estaba haciendo y me dirigí hacia las oficinas, especialmente la de Monchi, tenía muchas cosas que reclamarle. Entré sin llamar.

—Hola, Jenna. No estaría mal que llamases. —me dijo amablemente y yo le miré seria.

—¿Se puede saber por qué he sido la última enterarme que el nuevo no es tan nuevo?

—Porque el propio Lucas pidió que no te enterases, quería que fuese él mismo quien te diese la noticia.

—¿Por qué siempre soy la última mierda aquí?

—No es eso, Jenna. Es que teníamos que respetar su decisión.

Enrrabietada me giré y salí de su oficina, la cual en la puerta estaba ahí Lucas, mirándome.

—Jen. —tomó mi brazo. —tenemos que hablar.

—Que pena que eso no lo hubieses sentido cuando estabas en Ámsterdam, Lucas.

Diciéndole eso, me marché.

Sabía que seguía detrás mía, pero no quise girarme a mirarle, sabía que si lo hacia toda esa coraza que me había creado durante estos cinco meses que él había estado en Holanda no habría servido de nada. Él se fue y nada más pisar Ámsterdam se olvidó de los tres años que habíamos vivido.

Corazón Que Miente -Lucas OcamposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora